Durante decenios, en el mundo occidental la mujer y la familia, han sido objeto de políticas públicas de corte supuestamente progresista, tanto desde la izquierda como desde la derecha.
Es innegable que la mujer ha padecido, y sigue padeciendo, violencia, marginación y maltrato. Pero no es menos cierto que en muchas ocasiones, lejos de ayudar a las mujeres a dejar de ser víctimas, determinadas perspectivas ideológicas o movimientos sociales la han reducido a categoría sociológica o a causa política.
El aborto, por ejemplo, ha sido enarbolado desde el liberalismo y la socialdemocracia como un ejercicio de autodeterminación. Lo de menos era la mujer real, histórica y concreta.
Lo importante era la causa aunque la mujer fuera reducida a simple coartada. El movimiento pro-vida entiende claramente que las razones contra el aborto deben ser necesariamente razones a favor de la mujer que engendra en su seno y que en muchas ocasiones vive el embarazo en soledad y aislada.
Como sostiene el Presidente del Foro Español de la Familia, Benigno Blanco, la gran causa de la defensa de la vida debe mostrar siempre su amor a todo lo humano. Se trata de construir en libertad una sociedad más justa donde ningún niño aún no nacido esté desprotegido y donde ninguna mujer esté sola y sin ayuda para ejercer su derecho a ser madre. Y para ello, proponemos razonadamente nuestras convicciones en libertad.
Juan García