Según un reciente informe del Instituto de Política Familiar, la cifra de rupturas familiares se ha incrementado un 25% desde la aprobación del ‘divorcio express', hace ahora dos años. El hecho de que la figura de la separación haya quedado devaluada, de que no se exijan razones y de que se tramite en 3 meses, ha hecho que el número de divorcios se haya triplicado en los últimos tres años, pasando a ser España el país de la UE con mayor tasa de rupturas familiares. Los que están encantados son los constructores: un divorcio es igual a dos viviendas.

Las cifras de rupturas familiares y la reducción del número de miembros por hogar, dado que los españoles se niegan a tener hijos está empezando a considerarse como uno de los factores que empujan la demanda del sector inmobiliario. Y si la construcción va, todo marcha. Así que todos contentos, aunque ahora estemos un poco menos contentos que hace un año.

Pero claro, una cosa es que el PIB crezca y otra, bien distinta, que la sociedad resulte saludable y apetecible. La aprobación del ‘divorcio express' ha incrementado las cifras de rupturas familiares en un 25%. Así que De la Vega miente cuando afirma que no hay más divorcios por el hecho de que sea más fácil. Es lógico, cuando la misma ley no hace pedagogía sobre la estabilidad del vínculo, que exige un compromiso, y cuando, en suma, se trivializa el matrimonio, la gente empieza a pensar que a lo mejor no es tan importante y mucho menos para toda la vida. Primer cabreo, divorcio y san-se-acabó.

Además, como la figura de la separación –antes obligatoria durante un año- es ahora voluntaria, sólo un 8% recurre a ella. Es decir, la mayoría se ahorra los trámites y va directamente al ‘divorcio express'. De esta manera, se reducen las posibilidades de reconciliación. Y, por mor de la devaluación de la separación, los divorcios se han triplicado desde la reforma del Código Civil, que coincidió con la promulgación del matrimonio homosexual.

En este estado de cosas, y durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes 13, Hispanidad le preguntó a la vicepresidenta primera ¿Forma parte el ‘divorcio express' de las políticas de apoyo a la familia de este Gobierno? De la Vega se lo piensa. No responde inmediatamente que sí, porque resulta ‘invendible' que un fracaso familiar constituya política de apoyo a la familia. Así que apela a las dificultades de las parejas que han roto y han decidido romper su convivencia así como al sufrimiento de los niños: "Queremos facilitar la vida de las familias, mejorar los derechos de las familias ante una situación dolorosa, hacer los trámites más ágiles. Y sí, esto forma parte de la política familiar del Gobierno". Increíble, pero cierto.

Es invendible. Porque el Gobierno puede vender como política familiar la extensión del derecho de la maternidad a aquellas madres que no hubieran cotizado lo suficiente en forma de prestación no contributiva. Incluso la Ley de Dependencia, aunque de momento no haya recibido un euro. Y puede hasta vender a la opinión pública que los 2.500 euros por nacimientos son política de apoyo a la natalidad, de carácter universal y acumulativo. Y eso a pesar de que el primer cobro se produzca en diciembre, casualmente poco antes de las elecciones. Y más: De la Vega y Caldera pueden hacer un informe sobre la política de apoyo a la familia por parte del Ejecutivo. Pero nunca jamás, un gobierno había introducido el ‘divorcio express' como política familiar. Probablemente por rubor.

Pero cuando Hispanidad le ha formulado la pregunta, De la Vega se ha sonreído, como diciendo: ‘Me has fastidiado y ahora arremeto'. Y ha arremetido. Ha osado señalar que desproteger el matrimonio es apoyar a la familia. Algo así como que si des-reguláramos el mercado laboral, apoyaríamos la fidelidad del trabajador a la empresa y recortaríamos la rotación laboral. Esto es algo que los políticos se intentan creer, pero los sindicatos no.