A algunos lectores no les ha gustado mi viva a don Emilio Botín, porque consideran que la mega-ampliación del Santander ha sido hecha con engaño. Y esto es cierto.

Si las agencias de riesgo han metido la pata, y no han pedido perdón, los analistas también deberían haber previsto el desastre y no lo previeron. Pero los analistas como los reguladores, se alimentan de la información que les proporcionan las empresas, con lo que todo el tinglado financiero se basa en un instrumento muy antiguo: la sinceridad.

Y tienen toda la razón mis críticos: 15 días antes de anunciarse la ampliación el consejero delegado, Alfredo Sáenz, aseguraba que no habría ampliación. De inmediato, se llevó al Gran Premio de Brasil de Fórmula 1 (6 días) a 120 periodistas y a 100 analistas, con todos los gastos pagados... donde se les explicó el plan estratégico... y tampoco se les habló de ampliación. Volvieron el 3 de noviembre... y el 11 se anuncia la ampliación: ¡hay que ver lo bien y lo rápido que trabajan los gestores del Santander cuando se trata de ampliaciones!

Todo eso es cierto. Mis críticos tienen toda la razón, ahora bien, sigo diciendo que Emilio Botín ha tenido, ha denunciado, con su gesto, todos los planes de rescate, es decir, la utilización de dinero público para otorgar liquidez privada, verdadera pieza fundamental de la famosa refundación del capitalismo.

¿Dinero público? Para asegurar los ahorros en caso de quiebra bancaria. Los ahorros, no las inversiones. Sí, Botín marca el camino a seguir... sólo que es un poco embustero. Bueno, algo más que un poco.

Pero el camino es el marcado por banquero cántabro: nada de dinero público para limpiar bancos privados.

Y tampoco es el camino el iniciado por otras entidades españolas que se han lanzado a titulizar: la titulización es un producto especulativo, uno de los que ha llevado a la reciente burbuja financiera y su posterior estallido: es decir, seguimos en la especulación y así la crisis no terminará nunca por muchas cumbres de Washington que se convoquen.

Eulogio López

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