Un galimatías en apoyo de la EpC le otorga el ministerio al hermano de Iñaki Gabilondo

Ante todo, no se pierdan el siguiente párrafo. Advertencia: es absolutamente marxista, pero no fue ideado por Groucho Marx, sino publicado en la revista de UGT en diciembre de 2006:

¿Y por qué en este debate se contrapone educación religiosa y educación para la ciudadanía?

Primero, creo que se puede ser ciudadano sin ser religioso, salvo que sea obligatorio ser religioso para ser ciudadano, pero también creo que se puede ser ciudadano siendo religioso. Pero ya sólo con esta distinción se vería que no se puede identificar sin más una cosa con la otra. Y además ocurre otra cosa: que la libertad religiosa supone también un espacio de elección, de opción, y yo creo que ser ciudadano no es una opción, una decisión, sino que es consustancial en un espacio democrático al hecho mismo de ser hombres en común. Y de ahí se deduciría que, lo de ser ciudadano o no, no es negociable, y lo de ser religioso o no, no es resultado de las opciones religiosas de cada uno. Y por eso, no es que crea que quien está educado religiosamente no pueda ser un buen ciudadano, pero sí creo que se puede ser un buen ciudadano sin tener necesariamente opciones religiosas.

Así que, después de tantas vueltas y tanta cosa, el nuevo ministro de Educación nos concede que los creyentes también podemos ser ciudadanos. Algo hemos ganado.

Gabilondo habló también entonces de la necesidad de un pacto de Estado, pero no aséptico. El rector de la Autónoma de Madrid consideró que educación es educación para la ciudadanía, casi, casi, es una redundancia. Porque en su opinión, la educación no está para instruir en conocimientos ni para lograr el éxito profesional. Está para formar ciudadanos. Ciudadanos para los que el concepto familia sea discutido y discutible, afirma y en los que la religión no goce del monopolio moral. Una especie de Peces Barba con rango de catedrático de metafísica. Molto pericoloso, que dirían en Italia.