No ha abandonado el proyecto, pero su financiación vía obligaciones deberá ser revisada: el cántabro se pasó de listo. Según el acuerdo con Royal y Fortis, el Santander pondría 19.900 millones de  millones de euros. Antes de la crisis de confianza, hubiera sido coser y cantar, pero hoy las salvas se han vuelto lanzas. La actual restricción de crédito la sufre la financiación al particular y el capital-riesgo: esta crisis de confianza la pagará el mileurista La actual es una  crisis económica de confianza, es decir, de corte psicológico, es decir, la peor de todas las crisis. Al final, nadie sabe a quién está afectando más, por lo que todo el mundo desconfía de todo el mundo. El Interbancario europeo, por ejemplo, se ha convertido en un club donde todo el mundo "tiene cubierta su posición".

El capital riesgo y las emisiones basura están detrás de esta cerrazón al crédito. Antes cualquier compra con apalancamiento encontraba dinero con el que financiarse, ahora…

El pasado lunes, el rumor favorito del mercado consistía en comentar las dificultades del Royal Bank of Scotland, segundo banco de Europa por capitalización, para pagar la OPA que ha lanzado sobre el holandés ABN, conjuntamente con el belga Fortis y el español Banco Santander. Sin embargo, el martes le toca el turno a la propia entidad de Emilio Botín. Veamos, como el propio banco explicó en su nota, el Santander aportará 19.900 millones de euros para quedarse con las participaciones del ABN en Brasil e Italia. De ellos, 10.900 millones se financiarán con cargo a la propia compra de la propia empresa, algo que suele animar a ir justo de liquidez. En otras palabras: comprar una empresa con el dinero del banco, una moda lamentable de los mercados financieros actuales.

Además de eso, se emitirían 4.000 millones de euros, respetando el derecho de suscripción preferente, algo es algo, de los viejos accionistas. A ello, súmenle otros 5.000 millones de euros en una emisión de obligaciones convertibles.

Y ahí ha venido el lío. Botín ha presentado en la CNMV un proyecto de emisión de unas obligaciones cuando menos curiosas, dado que no se especificaba los periodos de pago ni de conversión. El regulador le recordó que de esa forma mermaría su base de recursos propios, algo que el banco no puede permitirse. Al final, se ha llegado a una solución salomónica: o pagas o conviertes. A fecha fija, se entiende. Y las condiciones previstas disminuyen con el apoyo del tiempo, con un coste extra del 20% a la hora de la conversión. En definitiva, una emisión de difícil colocación.

¡Tiempos oscuros! Hasta Botín tiene problemas de liquidez!

No obstante, es el Santander quien anima a sus dos colegas a seguir adelante con la operación, especialmente ahora cuando ha pinchado el Barclays. El 5 de octubre se cierra el plazo de la oferta y sabremos si el Trío de la Bencina se ha hecho con ABN. En ese caso, el Santander podría convertirse en el primer banco del Brasil, empatado con el Itaú amén de un agente a tener en cuenta en Italia.

El caso del Santander demuestra lo que está ocurriendo en el mundo y en España, una crisis de confianza que hace muy difícil la obtención de financiación a grandes y pequeños.

Los mercados de bonos, cédulas hipotecarios, simplemente están inactivos. En España, la dependencia del crédito es especialmente elevada, tanto en empresas como en particulares. Conclusión: lo que está ocurriendo en el país es que, pillados los bancos en financiación al por mayor -especialmente en capital-riesgo- están dejando de financiar al por menor, a los particulares. No sería de extrañar que de un crecimiento del crédito al por menor a tasas del 25% que se ha vivido durante los últimos dos lustros, pasemos a un crecimiento del 5%... o del 0%. Y eso, sin disgustos de morosidad, sí que reducirá el crecimiento económico. Ya se está recortando el crédito al mileurista, e incluso al quien cobra el doble que el mileurista. Y ahí sí que produce un efecto nocivo, para los particulares y para la construcción, con el correspondiente aumento del paro.

Al final, la economía es siempre psicología, sólo que, cuando es psicología, es para mal.