La verdad es que el titular que me ha sugerido el título que encabeza estas líneas es algo distinto. Lo he extraído de ABC: "Colapso 'inminente' de la tierra".

Resulta que una veintena de científicos de diversos países, entre ellos algunos miembros de Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), nos convidan a una regocijante pandemia global y a una terminante y definitiva destrucción del planeta en cuestión de décadas. Para ser exactos, aseguran que el planeta tierra camina hacia su inminente e irreversible colapso. Eso para romper el hielo, que le dicen. Tan optimista presagio les lleva a aconsejarnos cómo evitar el desastre.

En primer lugar, en un alarde de originalidad, nos animan a reducir la población del planeta. Es decir, el dogma del Nuevo Orden Mundial (NOM) de que el hambre se soluciona a costa de reducir el número de hambrientos, alcanza de esta forma su cénit científico. Lo primero es el planeta, luego el hombre; lo primero son las cosas, luego las personas.

También hay que reducir el consumo de energía y producir energías sostenibles. Creo que no se refieren a la energía nuclear, que es la más sostenible de todas. Para acabar de alegrarnos el día, los científicos nos aseguran que la previsión de agua potable disminuirá y aumentarán las zonas desérticas. Ahora bien, esto resulta contradictorio con lo anterior, porque resulta que el hombre no desertiza el planeta sino que lo fertiliza. Al menos la civilización cristiana. Por ejemplo el mundo cristiano romano había convertido a costa de trabajar la tierra, el norte de África en el granero del imperio. Cuando llegaron los musulmanes, poco amigos de la agricultura, el desierto avanzó hasta el mismísimo mar mediterráneo.

Por otra parte, la cantidad de agua no depende del hombre, pero la cantidad de agua utilizable sí depende de la actividad del hombre. Si no hay hombres no habrá agua potable.

Y así con todo. Volvemos a Blaise Pascal, cuando el decían que la ciencia "no tiene ni fe ni patria". A lo que el matemático respondía: La ciencia no, pero los científicos sí.

Esta panda de científicos agoreros ha olvidado el principio primero: la tierra para el hombre y no el hombre para la tierra. Si lo olvidan, entonces hacen lo que están haciendo: no ciencia, sino ideología. El peligro actual no es un colapso del planeta sino un colapso, inminente e irreversible de la sensatez.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com