Sr. Director:

La ciencia y la ética han de ir indisolublemente unidas para que se defienda la vida humana desde sus inicios. Un embrión es un proyecto de ser humano, integrado por la fusión de un espermatozoide y un óvulo, que construirán el zigoto, primera célula de un nuevo ser  humano, independiente genéticamente de sus padres, pero dependiente para la alimentación umbilical materna. Éste zigoto se transformará con el paso de los meses en bebé, todo un milagro con explicación científica.

Con un mes de vida en el vientre materno, y el tamaño de un grano de arroz, su corazón empezará a latir. Con dos meses, igual de grande que una almendra, tiene manos, pies, cerebro y otros minúsculos órganos, y así sucesivamente, cumpliendo el ciclo fetal, hasta el noveno mes aproximadamente.

Desde la fertilización inicial, por tanto, como demuestra la ciencia biológica, es un ser humano pleno genéticamente.

Experimentar con células madre embrionarias o abortar, es sencillamente destruir una auténtica vida humana, dar muerte a un ilusionante proyecto de bebé humano.

Las células madre de adultos, obtenidas de su propio tejido muscular o de cordón umbilical, aunque lentamente, están obteniendo resultados alentadores. La postura ética consecuente va contra la clonación humana y terapéutica. El derecho absoluto a la vida no admite excepciones.

María Isabel Bermúdez

bermudezespejo@yahoo.es