Con tal de destrozar la carrera política de Aguirre, que pretende el regreso de Rato a la dirección del PP, Rajoy y Gallardón brindarían con cava.
Si conocen ustedes a alguien que entiende lo de los espionajes en Madrid debe decirlo cuanto antes. En primer lugar, para otorgarle el Nobel (de cualquier cosa, o varios). Luego, para interpretar lo que ocurre cada día en la cuarta entidad financiera de España, aunque da la impresión de que todo parece más bien sencillo. El presidente Miguel Blesa, aferrado al sillón, aprovechándose del enfrentamiento entre Mariano Rajoy, Alberto Ruiz Gallardón contra Esperanza Aguirre.
Ahora mismo, la Comisión de Control es un órgano no operativo, y se ha paralizado el proceso de renovación, sea mediante la norma de 2003 o la de 2008: se ha paralizado.
Si Aguirre decide tirar por la calle de en medio, e inhabilitar a Miguel Blesa, es muy posible que éste se niegue a abandonar el despacho, por lo que también quedaría inoperativo el Consejo. A lo mejor descubrimos que sin Consejo de Administración las grandes corporaciones funcionan de vicio -que diría un castizo-, pero también podemos destrozar Caja Madrid.
El vacío de poder que se crearía sería aprovechado por el Banco de España, es decir, por el gobernador Fernández Ordóñez (MAFO) para colocar a alguien más proclive al Gobierno en la Presidencia... que es lo que, por extraño que parezca, ha solicitado Mariano Rajoy, porque el sueño del cainismo consiste en matar al hermano, no al extraño. Además, los socialistas, como ya hemos informado en Hispanidad, están convencidos de que es su momento, de que pueden aliarse con sindicatos y destronar al PP precisamente en la comunidad en la que cuenta con más votos.
Rajoy lo tiene claro: Aguirre es quien propicia la vuelta de Rodrigo Rato como su sustituto al frente del PP.