No quiere ser la tienda de la esquina, sino un gran supermercado Decíamos ayer que el problema de las cajas no era su naturaleza jurídica, sino precisamente haberse apartado de su espíritu original. El pasado sábado se celebraba en León la Asamblea Anual de Caja España. Su presidente, Santos Llamas, apelaba a la necesidad de replantearse su estrategia. Argumentaba que tenían que elegir entre ser la tienda de la esquina o un gran supermercado. Es decir, tenían que elegir entre abrir una nueva sucursal en un pequeño pueblo de la región o expandirnos a Londres o Paris. Curiosamente, su opción fue la segunda: supermercado. O sea, tiendas en París en lugar de ofrecer servicios financieros a los pueblos de la región.
Este es el error. Verbalizado. Porque las cajas están precisamente no para competir en una aldea global, sino para asegurar que nadie queda fuera de los servicios financieros. La marginación financiera es la mejor manera de asegurar la exclusión social. Pero las cajas han perdido su espíritu fundacional. Se han empeñado en ser bancos de inversión, en lugar de dar la hipoteca al joven del pueblo. Ese ha sido su problema fundamental, no la cacareada politización.
Este es el error. Verbalizado. Porque las cajas están precisamente no para competir en una aldea global, sino para asegurar que nadie queda fuera de los servicios financieros. La marginación financiera es la mejor manera de asegurar la exclusión social. Pero las cajas han perdido su espíritu fundacional. Se han empeñado en ser bancos de inversión, en lugar de dar la hipoteca al joven del pueblo. Ese ha sido su problema fundamental, no la cacareada politización.