El pasado 9 de agosto, el ministro de Defensa, José Bono, pasaba unos días de descanso en el lujoso Hotel Formentor de Palma de Mallorca. El titular de la cartera de Defensa debía de estar muy estresado de tratar con los uniformados y decidió pedir un servicio de "masajes". En sentido estricto, por favor, no pensar mal.

Fue uno de sus ayudantes quien pidió este servicio en la recepción del hotel. El recepcionista -todo un profesional- se puso muy nervioso ante la petición. Quería que todo saliera a la perfección. Descolgó el teléfono y contactó con la jefa de masajes del hotel: "¿Vendrás tu misma en persona?" le preguntó ante las aparentes muestras de distancia de la interlocutora. "Se trata de un político muy importante, uno de los ministros más conocidos", sentenció. Definitivo. La susodicha fue "personalmente" quien atendió a Bono en su relajo muscular. Y es que no hay nada que estrese más que la alta política.

Pero la anécdota apunta también a la estupidez de la sociedad de la información. Resulta que Bono es "muy importante" porque es "uno de los más conocidos". O sea, que sale mucho en la tele. Quizás por eso Bono ha utilizado Afganistán como rodaje de su casting personal. Ahora igual hasta le votan en una eventual pugna, porque se trata -ya saben- de un político muy importante: uno de los más conocidos.