La caída de la bolsa está beneficiando al inversor indio, pues las compras le están saliendo baratas. Su comida en El Beatriz con Ángel Ron fue todo menos amistosa. Eso sí, ahora compra con su dinero, con deuda, como en Bankinter. Allianz nunca ha dicho que no quiera hacerse con el Banco Popular. Entre la aseguradora alemana, Amorim y Bhavnani suman ya un 22%, ocho puntos más que la Sindicatura de Accionistas que sostiene a Ángel Ron. La escuela bancaria de Luis Valls corre peligro

Hace tres semanas, el presidente del Banco Popular invitó a comer a la sede del Grupo, en la madrileña calle Ortega y Gasset, al inversor indio Ram Bhavnani, el hombre que se enzarzó en una lucha con el intocable Jaime Botín y acabó vendiéndole su participación a Credit Agricole, un monstruo francés, para-público, al que el apellido Botín impresiona muy poco.

La conversación entre Ron y Bhavnani, según palabras de uno de los colaboradores del inversor indio a Hispanidad, no fue ni cordial. Nos desprecian, como en el Zaragozano y en el Bankinter, el señor Bhavnani es un hombre procedente de una familia pobre, se quejan.

En cualquier caso, desde la organización con sede en Canarias está a punto de alcanzar el 5% del capital -lo cerraremos antes de que termine el mes- y, entonces sí, se planteará la petición un puesto en el consejo.

Recordemos que el consejero delegado del Popular, José María Lucía advirtió el pasado miércoles que por ahora, Bhavnani no había pedido un puesto en Consejo. Muy cierto: lo pedirá a partir del 1 de mayo.

A Bhavnani le ha venido bien el derrumbe bursátil, que en  un año ha supuesto una pérdida del 25% de su valor, con una capitalización actual de 14.000 millones de euros (a 31 de marzo). Además, el inversor de origen indio, afincado en Canarias, tiene una cierta prisa, por cuanto no quiere que le venza el plazo fiscal de las plusvalías obtenidas con su salida de Bankinter.

Por otra parte, distingue entre su entrada en el Popular y los precedentes de Zaragozano, donde se enfrentó a los Albertos, y de Bankinter: en este caso, no está comprando acciones con crédito, sino con su propio dinero.     

La vida da mucha vueltas, porque el mentor de Bhavnani en su aventura inversora en la gran banca española fue el ex consejero delegado del Santander, Ángel Corcóstegui, a quien, en su día, se barajó como primer ejecutivo de Luis Valls (sobre todo porque no conocían al histórico presidente del Popular, poco amante de las fichajes externos). Y no es que Bhavnani pretenda hacerse con el control del Popular: no le gustan los controles, sino las plusvalías, y exige toda la información posible a los gestores. Si no se la proporcionan, o si considera que la inversión está madura, don Ram vende, y poco le importa a quién.

No olvidemos el reparto accionarial del Popular. Luis Valls creó un estilo de banca muy peculiar basado en la separación estricta entre propiedad y gestión, y fue el inventor de los núcleos estables, que en el Popular recibe el nombre de Sindicatura de Accionistas. De hecho, el nombramiento de Roberto Higuera como vicepresidente ha roto con esta separación. Es en la Sindicatura donde se apoya el presidente para gobernar el Grupo.

Y por cierto, Valls consiguió que ningún consejero cobrará participación en beneficios, con lo que igualó a las grandes familias propietarias con el pequeño accionista individual: unos y otros no cobraban del Popular otra cosa que el dividendo. Este aspecto crucial del estilo Valls lo sigue cumpliendo Ángel Ron.

Pues bien, la Sindicatura no alcanza ahora mismo el 15% del capital, frente al 10% de Allianz, el 7,7 del portugués Americo Amorim y un Bhavnani con un 5%. Es decir, que juntos superan el 22%. Bhavnani no tiene intenciones de control y Amorim tampoco. Ahora bien, ambos le venderían con gusto su participación a los alemanes de Allianz, la segunda mayor aseguradora del mundo y con historia y presencia actual en el sector bancario. Allianz se comería al Popular con muchísimo gusto. La escuela bancaria creada por Luis Valls corre peligro.