Por cierto, vamos a tener que olvidarnos del vocablo "políticamente correcto". El martes 20, la escritora y periodista (también dedicada a la política) Laura Restrepo recibió el premio Alfaguara (editorial, naturalmente, propiedad de don Jesús Polanco). Restrepo habló de un tema interesantísimo: de la censura de lo políticamente correcto. Es decir, de lo que otra autora, esta vez norteamericana, se refirió en una obra memorable, titulada la Policía del Pensamiento.

 

Ahora bien, Restrepo se rebelaba contra lo políticamente correcto… en el templo de lo políticamente correcto, en El País, mientras estrechaba las manos del gran mecenas de lo políticamente correcto, que no es otra cosa que el pensamiento circular del progresismo de Prisa y aledaños. El mismo Polanco es un producto de lo políticamente correcto (de los PC), el hombre para el que no hay otro límite que su cuenta de resultados ni otro objetivo que su obsesión por comprar voluntades y domesticar conciencias.

 

La galardonada Restrepo se sigue confesando troskista, razón por la que el arquetipo de los PC, el Grupo Prisa, la acoge con cariño. Porque lo políticamente correcto puede aceptar a la extrema izquierda o la extrema derecha, indistintamente, siempre que asuma el dogma: Abajo los curas y arriba las faldas. O su derivada europea: aborto libre y gratuito, y hora ya podemos forrarnos el riñón de euros.

 

Ahora bien, si la Restrepo dice luchar contra lo políticamente correcto, y lo dice en el "incomparable marco" de Prisa… bueno, entonces, creo que debemos dejar de utilizar el concepto: ya no nos sirve, no es ni la sombra de lo que fue, ni reflejo de su nacimiento, allá en Estado Unidos, cuando alguien dio con un concepto tan genial que resumía, sin explicación alguna, el pensamiento circular, sin principio ni fin, pero nunca eterno, del progresismo más chusco, aquel que negaba todas las verdades, y sólo creía en dos mandamientos: el sexo y el derecho a ser millonario. 

 

Eulogio López