George Bush ha dicho en la Cumbre de las Américas lo que José María Aznar debería haber dicho hace mucho tiempo: que no debe haber sitio para dictaduras en Hispanoamérica. Bush lo ha explicado desde, lo que podríamos denominar, la perspectiva norte: "La dictadura no tiene cabida en Iberoamérica".
La verdad es que sí la tiene, pero el asunto estriba en que la tuviera jamás. Desde Washington, José María Aznar, se empleaba a fondo contra la dictadura cubana (no contra la casi dictadura de Chávez, que amenaza ser mucho peor), pero lo hace en el peor lugar, Washington, delante de empresarios... y en la recta final de su mandato.
E incluso, ahora, ya todo un 'pato cojo', alguien a quien hasta Rajoy comienza a ningunear, Aznar dice lo que ha callado durante ocho años. Por ejemplo, se atreve con Francia, cuando afirma que "la excepción cultural es el refugio de las culturas que están siendo derrotadas". La afirmación puede ser muy discutible, pero tiene algo de cierto. Eso sí, toda la parafernalia del mundo del espectáculo, se volverá, no contra Aznar, sino contra su sucesor, Rajoy.
En cualquier caso, Bush, con muchas probabilidades de renovar como presidente de Estados Unidos, ha aprovechado la Cumbre para lanar una andanada contra Chávez. El presidente norteamericano sabía que ni la Argentina (tras las habituales baladronadas del fanfarrón Kirchner), ni Brasil (donde Lula, con toda razón, asegura que la combinación entre librecambismo y subvenciones públicas son una garantía de que las diferencias brutales entre ricos y pobres se mantendrán) iban a apoyar el acuerdo de libre comercio, ALCA, y mucho menos su aplicación a partir de 2005. También México está enfadado con unos Estados Unidos que quieren vender a los mexicanos pero que no desean trabajadores mexicanos en Estados Unidos.