En el año 1960 Estados Unidos y la URSS se encontraban en plena carrera armamentística. Fue entonces cuando ficharon en el M15, el servicio de inteligencia británico, al ingeniero Greville Wynne, con el objetivo de contactar con un topo dentro de la cúpula de la URSS, el coronel Oleg Penkovsky. Lo que en principio empezaron a ser contactos de trabajo pronto se transformó en amistad, mientras se desataba, entre otros acontecimientos, la crisis de los misiles cubanos.

Inspirado en las películas de espías de los años 60, el director Dominic Cooke ha apostado por el realismo, por la austeridad en los decorados y los exteriores, lo que otorga a toda una película una patina de autenticidad.  A ello también contribuye el certero casting, el famoso Benedict Cumberbatch está perfecto interpretando a un hombre que hace su propia travesía personal cuando es consciente de lo trascendental que es su misión  pero frente a él y haciendo una actuación impresionante se encuentra el actor georgiano Merab Ninidze, que imprime a su personaje de la fortaleza y la seriedad que requiere.

Rodada de manera cronológica, la historia de Greville Wynne resulta apasionante porque describe perfectamente  el clima opresivo que se vivía en la URSS en aquellos momentos, donde cada ciudadano podía ser un informador y porque incide en que, incluso en las circunstancias más adversas, hay hombres valientes que son capaces de arriesgar sus vidas por una loable causa.

También es muy acertado cómo refleja los dilemas personales a los que se enfrentaron esos hombres que llevaban en total secretismo su labor, con el objetivo de no involucrar a sus familias y asegurar su futuro, pasara lo que pasase. La lealtad como bandera.

Para: los que les gusten los buenos thriller de espías.