• Incluso para Occidente.
  • La alianza entre Siria, Irán, Irak y Moscú abre una nueva etapa.
  • Son los que quieren enfrenarse al Estado Islámico sobre el terreno, no desde el aire.
  • Obama no cede en su orgullo y acelera los bombardeos de la Coalición pero…
  • Su aliado Cameron ya reconoce que un Gobierno de transición en Siria debe luchar contra con Bashar Al-Asad.
  • Y si le sale bien la jugada, Putin puede pasar de villano a héroe en la escena internacional.
  • Eso sí, el hombre de Moscú ha alzado a los eslavos contra el fanatismo islámico.
Los hechos son tercos, incuso más tercos que la idiocia de Barack Obama. La guerra de Siria, donde están involucradas un centenar de naciones, ahora mismo el gozne de la política internacional, está dando un vuelo. Hasta ahora, Bashar al-Asad (en la imagen) era el malo de la película. La política de Obama creó la Primavera árabe y le salió un invierno gélido: en Libia, Egipto, Nigeria, etc., pero sobre todo en Siria. Obama estaba dispuesto incluso a invadir Siria por tierra y la poderosa maquinaria propagandística de Washington convirtió al líder de Damasco en el malo del escenario mundial. Y no es que sea un santo, sólo que se enfrentaba a lo que enseguida se constituyó en el grupo musulmán a fanáticos del mundo: el Estado Islámico. O EI, o Daesh. Fue Putin quien evitó que Occidente invadiera Damasco en lo que podía haber acabado en un nuevo Irak. Mientras, los bombardeos norteamericanos contra Siria y las armas proporcionadas a los rebeldes, consiguieron fortalecer y armar a los hombres de Al Qaeda y del EI que lucha contra Damasco y contra los kurdos. Todo ello a cargo de Occidente. Cinco años después de comenzada la guerra y casi la mitad de ese lapso con el Califato Islámico extendiendo el terror por el mundo, se suceden los siguientes hechos: 1.- Rusia firma una alianza con Siria, Irán e Irak para luchar, ojo, desde tierra, que es como se gana la batalla a esta mezcla de milicia y terrorismo, contra el Estado Islámico. 2.- Obama, en su orgullo de primera potenciak, no admite sus errores y continúa bombardeando desde el aire. Pero al menos se ha visto obligado a intensificar esos bombardeos contra el Estado Islámico, mientras su secretario de Estado, John Kerry, recibe al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov: lo dicho, Al-Asad ya no es tan malo o, al menos, le necesitamos para la sangría que amenaza con arrastrar al mundo entero a una guerra global. O, al menos, a Occidente contra el Islam, con una quinta columna musulmana asentada en Europa. Y lo que es más importante, el mejor aliado y monaguillo de Estados Unidos, esto es, el premier británico David Cameron, reconoce, por vez primera en cinco años de guerra, que Bashar al-Asad podría participar en un gobierno de transición que asegurara la paz en Siria. Hasta ahora, Occidente lo único que aceptaba era juzgarle por crímenes de guerra con la esperanza de que algún terrorista suicida islámico terminará por cargárselo. Y la guinda: Francia comienza los ataques contra el Estado Islámico aunque, en este caso, también desde el aire. Ha sido el país que más ha sufrido en Europa los hachazos del fanatismo islámico, al menos durante la etapa de la Guerra de Siria. Y no está dispuesto a esperare: Hollande, de una forma corajuda, se ha unido a la guerra contra el Estado Islámico. Si Europa quiere llegar a un acuerdo al respecto que siga sus pasos, él no puede esperar. En resumen, la guerra de Siria ha dado un vuelco. Ahora, Al-Asad no es ningún santo pero al menos respetaba a los cristianos y sabía que no se podía rendir ante el fanatismo. Y el otro vuelco, en paralelo, puede ser la alianza entre Rusia y Occidente para convertir a ese fanatismo, que es el enemigo real de ambos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com