• ¿El riesgo? Acabar como Álvarez Cascos.
  • Ahora, la número dos de Rajoy se queja de que desconfían de su lealtad.
  • El presidente la mantendrá como segunda en el Gobierno porque "cuanto más cerca del peligro, más lejos del daño", aseguran en Moncloa.
  • Pero en Génova ya se ha abordado el proceso de sucesión tranquila para don Mariano…
  • Y en este proceso, a Soraya… ni se le espera.
  • Por lo que respecta al partido, Cospedal, sin haber ganado, ha vencido.
  • Un ministro en funciones resume así la situación de la Vice: "es que esta señora ha pisado muchos callos".
  • Más: Margallo, Pastor y Guindos no le perdonan las maledicencias de la Caracoles.
Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen), la vicepresidenta que quiso ser presidenta (bueno, todavía lo quiere) se encuentra en un estado que roza la depre. En primer lugar, porque el triunfo de los críticos en el PSOE (bueno, o así, que dijo un vasco) le hace perder su oportunidad de aprovechar el "PP sí, Rajoy no") pero, en segundo lugar, porque durante una legislatura ha perdido y recuperado el favor de Mariano Rajoy, ciertamente, pero el alejamiento de ahora es peor. Por ejemplo, Rajoy está convencido de que debe mantener a Soraya como vicepresidenta. A fin de cuentas, "cuanto más cerca del peligro más lejos del daño". Sí, pero una legislatura ha servido para que las conspiraciones de Soraya sean ya charla habitual y dogma acertado entre sus compañeros de Gabinete y en Moncloa. Como asegura un ministro en funciones: "Es que esta señora ha pisado muchos callos". Por ejemplo, Ana Pastor, Luis de Guindos y José Manuel García Margallo no le dirigen la palabra más allá de lo estrictamente necesario. Están hartos de las conspiraciones ejecutadas contra ellos por Soraya, con su jefa de Gabinete, María Pico -la Caracoles- como instrumento. No, la Vice se ha quedado sin apoyos en el Ejecutivo y no digamos en Génova donde Dolores de Cospedal no ha ganado la guerra pero sí ha vencido a Soraya. La vicepresidenta no tiene amigos en Génova. Y nadie confía en que Rajoy nombre a su sucesor a la vuelta de dos años: podrían no obedecerle. Soraya no tiene apoyos ni en Moncloa ni en Génova. Y el problema es: ¿qué hace una vicepresidenta cuando deja de serlo sin ascender a la Presidencia? Acuérdense de Álvarez Cascos. Así que no me extraña que esté deprimida. Eulogio López eulogio@hispanidad.com