Progresamos de continuo... aunque no sepamos hacia dónde
Podemos extraer varias conclusiones de esta sucesión de viñetas. Por ejemplo, que el progresismo consiste en estar gordo, pero seguramente eso no bastará. También que otro 'ismo' paralelo del progresismo, el feminismo, ha destrozado la feminidad. O que la decadencia contemporánea se explica porque las ideas han sido sustituidas por las identidades y encima, no por identidades intelectuales sino físicas. Verbigracia: cubrirse el cuerpo de tatuajes. O que la tecnología -de suyo loable y formidable- ha degenerado en un atentado cotidiano contra la privacidad.
Si el periodismo nos falla como instrumento de libertad, que el periodismo ciudadano ocupe su lugar. Será menos riguroso pero más verdadero
En cualquier caso, las memes de Internet, el nuevo periodismo gráfico ciudadano, se enfrentarán en breve a la censura programada de los Soros-Zuckerberg-Calvo-Pastor. Por tanto, ¡qué corran las memes y que corra con ellas la libertad por Internet! Y si el periodismo -y lo dice un periodista-, se entrega al poder, a la censura, en suma, al Nuevo Orden Mundial (NOM) en nombre de lo políticamente correcto, pues que el periodismo profesional sea sustituido por el periodismo ciudadano, que siempre será menos riguroso que el profesional pero mucho más sincero y por tanto, verdadero. Ya hemos dicho en Hispanidad que verdad y rigor tienden a ser, en época de predominio modernista y de cerrazón racionalista, dos términos antitéticos aunque... deberían ser complementarios.
Por el momento, promocionemos la rusa Telegram, mucho más libre, frente a las censoras norteamericanas Facebook, Whatsapp y Twitter
En otras palabras, hay que luchar por la libertad en las redes sociales, especialmente en Facebook, Whatsapp y Twitter (por ahora, Telegram es mucho más libre que las otras tres). Extraños tiempos, donde los rusos -los creadores de Telegram son los hermanos Nikolái y Pável Dúrov- le dan lecciones de libertad a los estadounidenses.
A lo peor es porque, con Joe Biden, EEUU se está haciendo progre: ¡Qué horror!