Insisto en que los montajes anónimos que circulan por Internet están forjando un nuevo género literario o audiovisual, porque es un mix entre ambos

Su característica principal es que se preocupan más de la verdad de la tesis que del rigor de los datos, lo que no deja de ser el espíritu evangélico: los hagiógrafos inspirados dibujaron una personalidad humana, la del Dios hecho hombre, más preocupado por la verdad que por la objetividad (que no es lo mismo, por si alguien lo había pensado), más preocupado por la coherencia y por la lógica que por esa teología del pensamiento que aún cree que se ama con el corazón en lugar de con la cabeza. De hecho, a Jesús de Nazaret le desagradaba la pedantería y construyó todo el sentido de la vida, toda la filosofía, toda la ciencia, toda la sociología sobre un conjunto de metáforas y alegorías que, a pesar de no haber sido superadas nunca por ninguna escuela, doctrina o intelectual, eran comprendidas hasta por los niños. Vamos, que le preocupaba más el rigor que la verdad.

Vean este montaje y las conclusiones que se infieren del mismo. Representa el mismo juego entre rigor y verdad, dos términos empleados como sinónimos pero cada vez más alejados en su contenido, en su significado. Y en efecto, puede que se exagere la situación española -la china no- pero, por encima de los errores y la falta de rigor, hay una verdad palmaria: la inseguridad ciudadana, las continuas faltas, no de disciplina hacia la autoridad sino de respeto hacia el prójimo, constituyen uno de los problemas graves de convivencia que existen en la España rica -bueno, al menos antes de la crisis- del momento presente. La nuestra es una sociedad donde la mentira se esconde detrás de la máscara del rigor.
No serán rigurosos pero me encantan los montajes de Internet: son mucho más ciertos que los fieles editoriales de la progresía, tan manipulados, tan sectarios, tan repugnantes... a fuer de rigurosos en los datos.
Cuando Chesterton dio a la imprenta Breve Historia de Inglaterra, su libro más vendido en vida del autor, el editor ofreció el texto original a dos famosos historiadores de Oxford (a escondidas del autor, por supuesto). Los profesores respondieron con este juicio: sí, hay algunos datos erróneos pero publíquelo: dice sobre nuestra historia lo que a nosotros no se nos habría ocurrido jamás.
Rigor y verdad. Más ejemplos, también con el maestro británico. Sus editores novatos se enfadaban a costa de sus famosas biografías: Oiga, aquí habla usted de muchas cosas menos del biografiado. Y es verdad, a Chesterton le preocupaba su vida y la de su personaje, no su cronología vital. Los editores, de cualquier forma, cambiaban enseguida de parecer en cuanto veían que el estilo Chesterton de biografía se vendía mucho más que las rigurosas biografías tradicionales.
Especialmente reveladora resultó su biografía sobre Santo Tomás de Aquino, que hizo exclamar en el mejor especialista en tomismo de todo el siglo XX, el francés Etienne Gilson, lo siguiente: Chesterton me desespera. Llevo 30 años con Tomás de Aquino y nunca he llegado a las conclusiones a las que llega él. Es que a don Gilbert le interesaba la verdad, no el rigor.
¿Es cierto el montaje sobre el tratamiento del secuestro en China y en España? Sí, lo es aunque no es riguroso, por ejemplo, en los cálculos de costes... ni en la valoración del expeditivo método chino para liberar rehenes. Por cierto, ¿a quién le importa salvo a los progres pedantes?
Eulogio López

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