José Luis Olivas, número dos de Rodrigo Rato en Bankia, se enfrenta a seis años de prisión y a una fianza conjunta solidaria de 1.437 millones de euros
José Luis Olivas ha señalado este viernes que la inversión inmobiliaria en México -nada más y nada menos que 750 millones de euros- contaban con todos los parabienes. “Todas las operaciones realizadas con el Grupo Gran Coral, tanto por Bancaja como por Banco de Valencia, contaron siempre con el informe y, en su caso, la propuesta favorable de los distintos estamentos profesionales y fueron aprobadas por los órganos de gobierno competentes”, ha afirmado.
La juez de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, cree, sin embargo, que se trata de “una auténtica operativa de desfalco” alentada por el propio Olivas y permitida por el Consejo de Administración de Bancaja, “en claro menoscabo de la entidad”, señala en el auto. En definitiva, y esto es lo importante, la juez procesará al expresidente de la Generalitat Valenciana, expresidente de Bancaja y del Banco de Valencia, y exvicepresidente de Bankia, junto con otros 47 directivos de Bancaja, por conceder créditos millonarios que, a los pocos días, miren qué casualidad, se convirtieron en fallidos.
No se ha concedido la importancia debida a los auténticos escándalos que provocaron la caída de entidades
Y es significativo porque a lo largo de la crisis financiera se ha otorgado mucha relevancia a escándalos como el de las tarjetas black (12 millones de euros a repartir entre 65 personas durante 11 años), pero no se ha concedido la importancia debida a los auténticos escándalos que, esos sí, provocaron la caída de entidades que luego hubo que rescatar con el dinero de todos los contribuyentes. Las 'tarjetas black' son fruslerías comparadas con los créditos dolosos.
A tenor de los datos disponibles, estamos hablando de unas cuantas operaciones. Para que se hagan una idea, en 2016, el Frob denunció 3.500 millones de euros en créditos dolosos… en solo 47 operaciones de entidades, que más tarde recibieron dinero público. Gana el banquero, gana su amigo cliente y pierde la entidad que, más tarde, tiene que ser rescatada con el dinero de todos. Eso sí que acaba con cualquier banco y no la ‘chorrada’ -mediática, eso sí- de las ‘black’ o de las pensiones de los directivos.