La España del caos podemita y la III República
España parece haber llegado a un nivel de confusión preocupante. Se considera que es Pablo Iglesias y Podemos quien está poniendo contra las cuerdas al Rey cuando el protagonista de tal evento es Pedro Sánchez.
Por partes, que dijo Jack el destripador: el peligro no es Iglesias, sino Sánchez. Es Sánchez quien camina hacia la III República porque sabe que es lo que acelerará la descristianización de España. Y esto, y no la forma de Estado, constituye el objetivo último.
Además, el presidente le ha cogido el gusto a esto de convertirse en Niceto Alcalá-Zamora (el tonto útil) o en Manuel Azaña (el tonto-orgulloso), más este último.
Algo parecido a decir que el extremista, en el panorama político español, es el Sánchez de corbata y no el Iglesias de moño y cordón.
El problema no es Iglesias, sino un Sánchez que camina hacia la III República porque sabe que es lo que acelerará la descristianización de España. Y esto, que no la forma de Estado, constituye el objetivo último
Otra cosa es que don Pablo sea más consciente de lo que supone la III República que don Pedro. La Segunda sumió a España, no sólo en la mayor matanza de católicos del siglo XX en todo el mundo sino además, en el caos social. Y ese es el objetivo de Podemos: mandar en el caos.
Y para lograr la III República hay que criminalizar al Rey. He dicho al Rey, sea quien sea: se empieza por Juan Carlos I y se termina con el actual, Felipe VI. El distingo entre juzgar a la persona del Rey que no a la Monarquía forma parte del sofisma Sánchez, una mente que intenta la paradoja y acaba en contradicción.
Ahora bien, hay que reconocer que el actual monarca, SM Felipe VI, se lo está poniendo más fácil que su bisabuelo, Alfonso XIII. Desaprovechó su oportunidad -la Operación Borrell- y con ello, no redujo la animadversión de la izquierda, pero se granjeó el abandono de los monárquicos.
El aparente viraje pro-monárquico de Sánchez se debe a que el Nuevo Orden Mundial -a quien Moncloa sirve- considera que España debe ser una monarquía. Eso sí, progresista, o sea, descristianizada
Y lo más curioso: ahora mismo, desde Zarzuela emiten el mensaje de que Felipe VI está actuando como Rey y no como hijo. Es decir, que no hubiera traicionado a su padre. ¿Pues saben qué? Debería hacer justo lo contrario, porque, aunque tanto él como su padre jugarán a lo mismo, a tener contento al PSOE, lo cierto es que a la monarquía española no la mantiene la neutralidad de los progresistas sino la convicción de los católicos. Y ambas están en peligro.
Otra cosa es el aparente viraje pro-monárquico de Sánchez, puesto en escena durante los últimos días. Ello se debe a que el Nuevo Orden Mundial (NOM) -a quien Moncloa obedece con vergonzosa sumisión- considera que España debe ser una monarquía. Eso sí, progresista, o sea, descristianizada.
Ahora mismo, no es posible plantear otra Operación Borrell. De ahí, el empeño de Iván Redondo y Pedro Sánchez por agotar la legislatura y de ahí la altanería que exhibe Pablo Iglesias
Ahora mismo, no es posible plantear otra Operación Borrell. De ahí, el empeño de Iván Redondo y Pedro Sánchez por agotar la legislatura y de ahí la altanería de Pablo Iglesias. Si se celebraran ahora elecciones, aunque la izquierda volviera a ganar, el Rey Felipe VI volvería a ser solicitado para no encargar a Pedro Sánchez, sino a otro socialista, en aquel momento se puso sobre la mesa el nombre de José Borrell, la formación de Gobierno. El Monarca no se atrevió y aquellos polvos trajeron estos lodos: nunca la III República estuvo tan cerca. Y la república en España siempre significa caos. El caos podemita.
E insisto: el aparente viraje pro-monárquico de Pedro Sánchez se debe a que el Nuevo Orden Mundial -a quien Moncloa obedece, siempre sumiso- considera que España debe ser una monarquía. Eso sí, y esto es lo relevante, una monarquía progresista, o sea, descristianizada. La que los masones intentaron obtener de Alfonso XIII y no consiguieron. La que el catedrático de Historia contemporánea, Javier Paredes, ha narrado en Hispanidad.