Negacionismo. Vox se niega a guardar un minuto de silencio por la llamada violencia de género: ¡Bien por Vox!
Vox es el único grupo parlamentario que se ha negado hoy, miércoles 25 de noviembre, día de la violencia contra la mujer, a guardar un minuto de silencio, Ha hecho bien: Siempre hemos dicho que el parlamento se divide en dos ideologías: no-progres, es decir, Vox y progres, todos los demás.
Pablo Casado se hace feministo. Esto marcha
Dos razones hay para no secundar esta grandísima exageración de la violencia machista, uno porque el minuto de silencio es un invento masónico para suprimir la oración.
En segundo lugar, porque todo este ditirambo feminista no es otra cosa que una grandísima injusticia contra el varón, arrinconado hoy por la injusta ley contra la violencia de género, donde la palabra de la mujer basta para encarcelarle.
Y la Reina Letizia -¿la monarquía no debería adoptar un papel más neutral en las manifestaciones ideológicas?- participa en otro minuto de silencio en Sevilla, para denunciar la violencia contra la mujer.
La ministra de Igualdad se echa a llorar mientras entrega el premio por la vida. ¿Feminismo es vida? Pero si su mandamiento es el aborto…
Y más: Pablo Casado se hace feministo. Esto marcha. Arremete el presidente del PP contra Vox por negar la violencia contra la mujer. Pablete ha entrado en un camino sin retorno. No hay tópico al que no acuda como mosca a la miel. Asegura estar verdaderamente extrañado de que Abascal pueda negar la violencia contra la mujer. A ver campeón, aquí ocurre como con el Covid: los llamados negacionistas no niegan el coronavirus porque no están ciegos. De igual manera, Vox no niega que haya varones que han matado a sus mujeres porque tampoco están ciegos. Lo que niegan es que esa violencia sea tan omnipresente como se dice -la lacra- y que, además, camine en una sola dirección. Esto es, que la violencia sea patrimonio exclusivo del varón.
La guinda de la jornada la puso la ministra de Igualdad, Irene Montero. Nuestra igualitaria se nos echó a llorar. Emocionadísima, mientras repartía premios con nuestro dinero a grupos feministas, incluidos los más majaderos, doña Irene lloró lágrimas de cocodrilo mientras exhalaba que los grupos feministas luchan por la vida. ¿Por la vida de quién? ¿Acaso no es el feminismo uno de los principales adalides del aborto, es decir, de la muerte de un ser mucho más inocente y mucho más indefenso que la mujer?