El drama de la coherencia
Jefe de prensa de la Casa Blanca, con Joe Biden, la muy tolerante Jennifer Psaki se quedó un tanto perpleja cuando un corresponsal de Madre Angélica (EWTN) le preguntó si el católico Joe tenía algo que decir sobre la polémica utilización de cultivos celulares procedentes de abortos o de embriones FIV por parte, por ejemplo, de algunas fabricantes de vacunas anticovid.
La respuesta fue aún más cursi que hortera. El presidente de los Estados Unidos “discrepa respetuosamente” con algunos obispos norteamericanos.
Lo primero que hizo el católico Biden al llegar a la Casa Blanca fue volver a regar con dinero público a los grupos abortistas por todo el mundo, especialmente a Planned Parenhood
Pues no, señora ‘portaboza’, por dos razones:
- No discrepa con algunos obispos, discrepa con todos, dado que la doctrina de la Iglesia, y por tanto de todos sus prelados, es inequívoca: no pueden utilizarse seres humanos como cobayas de laboratorio. No discrepa, respetuosamente, eso sí, con algunos, sino con todos los obispos.
- El señor Biden es católico y se empeña en seguir siéndolo, Pero verás, Joe: los católicos no somos críticos discrepantes, que aceptamos lo que nos gusta del Magisterio y rechazamos los que no nos gusta: somos discípulos. No aprobamos parte de la doctrina mientras rechazamos el resto de la misma. No es una religión a la carta: o lo aceptas todo o no aceptas nada, en cuyo caso el asunto es muy sencillo: te marchas y en paz. Nadie te obliga a seguir en la Iglesia pero sí se reserva el derecho de admisión.
Biden también financia ahora la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio
Retrocedamos 12 años. Lo primero que hizo Barack Obama al llegar a la Casa Blanca no fue defender los derechos de los afroamericanos o abrir las fronteras a los inmigrantes: fue aprobar la utilización de embriones humanos producto de abortos o ‘sobrantes’ de la venenosa fecundación in vitro como cobayas de laboratorio. Todo sea por la investigación científica.
Lo mismo ha hecho ahora su entonces vicepresidente, Joe Biden, tras llegar a la Casa Blanca en 2021.
Además, ha regado con dólares a todas las organizaciones aborteras, dentro y fuera de Estados Unidos, especialmente a Planned Parenhood, la mayor máquina de homicidios que existe hoy sobre el planeta… y uno de los principales financiadores de su campaña política a la Casa Blanca.
En Naciones Unidas, Biden pretende imponer el aborto y el homosexualismo en todo el mundo. Cualquier provida o cualquier opositor a la ideología de género será perseguido por impedir esos ‘derechos humanos’
Más. En Naciones Unidas, Biden pretende imponer el aborto y el homosexualismo en todo el mundo. Cualquier provida o cualquier opositor a la ideología de género será perseguido por impedir esos ‘derechos humanos’. En definitiva, como ocurre con los delitos de odio, se trata de criminalizar al cristiano.
En otras palabras lo que Joe Biden está dando es un escándalo mayúsculo. Y el pecado de escándalo -más le valdría que le ataran un piedra de molino y le echaran al mar- no consiste en hacer aspavientos o mohines versallescos. Consiste en no incitar a otro a pecar. Porque claro, si nada menos que el presidente de Estados Unidos, el chico que acude a misa los domingos, se convierte en el mayor alentador del crimen contra el más inocente y más indefenso de los seres humanos, el concebido y no nacido, cualquiera podría pensar que eso del aborto no está tan mal, después de todo.
Y de coherencia va también lo de la Universidad Católica de Murcia, que financia los experimentos del profesor chiflado, Juan Carlos Izpisúa
Y de coherencia va también lo de la Universidad Católica de Murcia, que financia los experimentos del profesor chiflado, Juan Carlos Izpisúa. ¿Puede permitirse que las universidades católicos se dediquen a contraprogramar al Magisterio? Pues que dejen de llamarse católicas, puñetas.
El martirio de la coherencia: ¿debe el Papa Francisco prohibir la comunión a Joe Biden y Nancy Pelosi?
Los obispos norteamericanos quieren hacerlo. Se trata de evitar el escándalo permanente y avieso del presidente de los Estados Unidos.