• Hablamos de una barca a la deriva, sin principios, una pura maquinaria de poder.
  • Y el PP se resquebraja mientras Rajoy no dedica ni un minuto a pensar en la sucesión.
  • Además, vuelve a sentirse descolocado. Ahora, recibirá hasta a Puigdemont (día 20)
  • El presidente ha entendido la salida de su ministro como una traición. Soria era uno de sus próximos.
  • Por el contrario, Soraya, su principal enemiga en el Ejecutivo, está feliz.
  • El titular de Industria no quería ser presidente del Gobierno sino secretario general del Partido.
Poca gente sabe que el dimitido José Manuel Soria, ministro de Industria y Energía. Comercio y Turismo mantiene –mantenía- una relación muy estrecha con Mariano Rajoy. Entre otras cosas porque Rajoy le está agradecido: el padre del presidente en funciones veraneaba en Canarias y entonces era Soria quien le atendía para que no le faltara de nada. Pero en política la gratitud no es materia imprescindible así que Rajoy ha prescindido de él con gran elegancia. Es más, se siente engañado y traicionado por él. Pero, al mismo tiempo, su salida, en pleno interregno, ha descolocado a Rajoy quien, que tras la gloriosa metedura de pata de renunciar a la investidura y dejarle el paso libre a Sánchez empezaba a recuperarse, ahora vuelve a no saber qué rumbo tomar. Incluso recibirá al presidente de la Generalitat Señor Puigdemont: el acabose. Mientras, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, está feliz. Se ha librado de su principal enemigo en el Gabinete. Bueno, García Margallo aún más. Y ojo, mientras Margallo quería ser presidente del Gobierno la opción de Soria era alcanzar la Secretaría general del Partido. Menos competidores para Soraya. Y ahora, Soria quiere vengarse de la Sexta, que según él se quien le ha echado. Pero lo cierto es que está muerto y que el PP se hunde poco más. No se trata de los votos que pueda sacar en la próxima convocatoria. Se trata de algo más. Se trata de que el marianismo se resquebraja. Y Mariano es tan celoso de sus prerrogativas que en lo único en que no ha pensado en su sucesión. Como siempre. El marianismo es ya una barca a la deriva sin principios, una pura maquinaria de poder que, encima, carece de estrategia. Eulogio López eulogio@hispanidad.com