• Y otro destapa una cuestión esencial: ¿Cómo es posible que no se haya denunciado a los responsables de los números rojos que han llevado al ERE?
  • A más a más, ¿por qué Abril-Martorell mantiene al anterior consejero delegado, Javier de Andrés?
  • El presidente de la compañía pide más tiempo y deja la puerta abierta a nuevos ajustes.
Lo más interesante de las juntas generales de las empresas cotizadas suelen ser las intervenciones de los accionistas que son, a la postre, los dueños de la compañía. Es lo que ha ocurrido en la de Indra, celebrada este jueves en Madrid. "A Indra le falta intensidad comercial", le ha dicho Raúl de la Torre, de CCOO, al presidente del grupo, Fernando Abril-Martorell (en la imagen). Y tiene toda la razón. Después de algo más de un año, Abril-Martorell ha puesto en orden las cuentas, pero no ha logrado lo más importante: generar negocio. Por eso, de la Torre le ha insistido: reducir costes para ser competitivos está muy bien, pero no sirve de nada si no conseguimos proyectos. Fíjense si este accionista -o representante de accionista- ha dado en el clavo que el propio Abril-Martorell, en su réplica, ha reconocido que hay una cierta falta de intensidad comercial y que es un asunto que le preocupa. Tal vez haya sido esa la razón por la que, durante su discurso, ha pedido más tiempo a los accionistas para ver los frutos de su plan estratégico. Vamos con otro accionista-sindicalista que ha planteado otro asunto, también importante. ¿Cómo es posible que la nueva dirección no haya denunciado a los responsables del agujero que ha provocado el ERE y que, además, se han marchado con indemnizaciones millonarias? Una pregunta lógica que Abril-Martorell ha despachado excusándose en el equipo jurídico de la compañía: nos han dicho que no había base para denunciar. Y sobre las indemnizaciones millonarias -Monzón se marchó con más de 14 millones-, el presidente se ha limitado a señalar que estaban en los contratos y que había que cumplirlos. Vamos, que tenía las manos atadas. Entre las cuestiones inexplicables, otra que nadie ha planteado en la junta pero sigue llamando la atención: si el anterior equipo dejó un agujero tan grande que ha provocado un ERE de más de 1.700 trabajadores, ¿por qué mantiene al consejero delegado, Javier de Andrés? Sin duda, es algo que debería analizar Íker Jiménez en Cuarto Milenio. Para terminar, un apunte algo inquietante. Además de solicitar paciencia para ver los frutos del plan estratégico, en su intervención, Abril-Martorell ha dejado la puerta abierta a nuevos ajustes. Mala cosa será si al final se cumple. Andrés Velázquez andres@hispanidad.com