Interconexiones. Donde España se la juega es en la cumbre energética con Francia de finales de febrero en Madrid
- Será también la cumbre de los embajadores de España en París y de Francia en Madrid, que se han implicado para que sea un éxito.
- La inauguración de la línea de alta tensión en Gerona es una anécdota comparada con el libre mercado energético que debe llegar.
- Red Eléctrica o Enagás están muy pendientes: se juegan mucho.
- Francia no ha tenido hasta ahora la voluntad política para que las infraestructuras españolas lleguen a Europa.
- Pero la UE está interesada, y pone dinero, para interconectar la energía producida en Europa.
- España cuenta con dos gasoductos y seis plantas regasificadoras y puede ser, si París lo permite, la puerta del gas a Europa central.
El presidente Mariano Rajoy y el primer ministro francés, Manuel Valls (ambos en la imagen junto a Miguel Arias Cañete), han inaugurado en Gerona, como estaba previsto y sin sobresalto alguno, la nueva interconexión eléctrica entre España y Francia. Es la quinta línea de alta tensión y con ella acaban también 30 años de otra tensión: la de vencer las reticencias francesas para hacerla posible y aumentar unas infraestructuras que acaben con el aislamiento energético español, una aspiración por la que han batallado los gobiernos del PSOE o del PP.
Con todo, las empresas clave en el transporte de electricidad y gas, Red Eléctrica de España (REE) y Enagás, están más pendientes de los resultados de la cumbre energética franco-española que se celebra a finales de este mes en Madrid. En esa cita se pueden dar los pasos que Francia no ha querido dar hasta ahora en materia energética -por falta de voluntad política- que sienten las bases de un libre mercado europeo real y que España juegue en él como una pieza más. Ahí están, y no es poco, varios proyectos de interconexión eléctrica y gasística: la interconexión eléctrica pirenaica, el cable submarino desde el Golfo de Vizcaya o el gasoducto Midcat en Cataluña. Todo eso es mucho más importante que la razón que ha convocado en Gerona a Rajoy y Valls.
En el cambio de actitud de Francia han tenido mucho que ver los actuales embajadores de España en París, Ramón de Miguel Egea, y el de Francia en Madrid, Jérôme Bonnafont. Los dos han trabajado en paralelo para que esa cumbre energética sea más que una promesa para las aspiraciones españolas sin herir las francesas. De Miguel, un veterano diplomático de la etapa de Aznar, fue también presidente de Iberdrola Ingeniería. Entiende del sector, por tanto. Jérôme Bonnafont, embajador de Francia desde 2012, también: ha estado vinculado a los ministerios franceses de Exteriores y Medio Ambiente y su carrera diplomática ha pasado por Nueva Delhi, Kuwait o la ONU.
Está claro, en cualquier caso, que las oportunidades para que España entre en los mercados europeos de electricidad y gas pasan por París. El paso de hoy en Gerona puede quedar reducido a anécdota comparado con la cumbre de finales de febrero. Y es que el problema de fondo tiene el nombre de un palacio presidencial, El Elíseo, y dos empresas públicas galas: Electricité de France (EDF), Suez, que siempre ha soñado con convertirse en el gran distribuidor de gas en la UE y en el nexo de unión entre el gas ruso y el argelino. Todo ello en detrimento de España, claro.
Con relación al mercado del gas, hay que decirlo todo: España cuenta con dos gasoductos, especialmente el Medgaz, infrautilizado, y hasta seis plantas regasificadoras, casi tantas como el resto de Europa occidental. Esa es la oportunidad para Enagás y para la capacidad de intermediación y abastecimiento de empresas españolas como Gas Natural Fenosa o Iberdrola.
La interconexión inaugurada hoy en Gerona es la línea eléctrica soterrada más larga del mundo (64,5 kilómetros), y cuando empiece a operar comercialmente -este verano, según lo previsto- duplicará la capacidad de interconexión entre los dos países (de 1.400 a 2.800 megavatios; o lo que es lo mismo, del 3% actual de la demanda al 6%). El proyecto, que también aumenta la conexión con otros mercados europeos, está presupuestado en 700 millones de euros y cuenta con una ayuda de la UE de 255 millones. Pero no hay que olvidar, en cualquier caso, que Francia no compra, sino que vende electricidad. Son la primera potencia en energía nuclear, con unas diez centrales cerca de España, y producen la electricidad a precios mucho más bajos que los españoles.
La meta del proyecto, sin embargo, más de allá de superar la frontera de los Pirineos. Avanza con una estrategia más amplia, dentro del plan de inversiones público privadas del presidente europeo, Jean Claude Juncker. Y paralelamente, ese plan sigue los pasos al llamamiento del Consejo Europeo en octubre pasado para que todos los socios comunitarios ayuden a hacer realidad que en 2020 el 10% de la energía europea producida esté interconectada.
Francia ha sido siempre la más reticente a esas conexiones. Ha sucedido con la electricidad y también, como hemos visto, con el gas. Por eso, el gran reto de Rajoy es convertir España en la puerta sur del gas para Europa. En Hispanidad no hemos hecho eco en numerosas ocasiones de la oportunidad que brinda esa realidad para empresas españolas. Lo hemos planteado con motivo de la última cumbre en la que participó Rajoy, o al explicar los planes y resultados de Iberdrola, las inversiones de Enagás o la peticiones en ese sentido del presidente de Gas Natural Fenosa, Salvador Gabarró. Es un capítulo, además, que no ha perdido actualidad por las negociaciones entre la UE, Kiev y Moscú para evitar nuevas guerras del gas como las de 2006 y 2009.
Del mismo modo que el proyecto de interconexión eléctrica inaugurado hoy duplicará la capacidad de interconexión 1.400 a 2.800 megavatios, España cuenta también con las infraestructuras para multiplicar las conexiones gasísticas con Francia. Como explicó a la revista Consejeros, Xabier Añoveros, consejero de Gas Natural Fenosa, "España está impulsando un proyecto que duplicará hasta 14 BCM (un BCM es 1.000 millones de metros cúbicos de gas) las actuales conexiones gasísticas con Francia". Pero faltan "algunas cosas" y depende, sobre todo, de la voluntad política de la Unión Europa y muy especialmente de Francia. Añoveros no tiene duda de España "cuenta con las infraestructuras para convertirse en una nueva puerta del gas a Europa Central. Disponemos de seis plantas regasificadoras en operación y seis conexiones internacionales con Argelia, Marruecos, Portugal y Francia".
Rafael Esparza