- La ruptura, en agosto de 2015, del pacto familiar despejó el camino al mayor de los hermanos, que controla el 20,2% del capital.
- El primero en 'darse de baja' fue Fernando, que en noviembre de 2014 le vendió a Rafael el 3,1% que le quedaba.
- Ahora es Leopoldo el que ha comenzado la retirada con la venta de la mitad de su participación, por la que ha ingresado 579 millones de euros.
- Tras la operación, la cotización del grupo se desploma más de un 5%.
Rafael del Pino (
en la imagen) es el segundo de los cinco hermanos
Del Pino y el mayor de los varones. No sólo eso: desde el año 2000 es el presidente ejecutivo de Ferrovial, la empresa familiar que fundó su padre,
Rafael del Pino Moreno, en 1952. Precisamente, desde el fallecimiento del patriarca, en junio de 2008, su relación con
María,
Joaquín,
Leopoldo y
Fernando se ha ido deteriorando paulatinamente.
La culminación de esas tensiones se produjo en agosto de 2015 con la ruptura del pacto familiar que todos, menos Fernando, mantenían en
Portman Baela, la sociedad mediante la que controlaban el 40,8% de
Ferrovial. Aquello, tal y como explicamos en estas pantallas, significó la consolidación de Rafael al frente del grupo. En otras palabras, a partir de entonces, podía tomar las decisiones que quisiera sin depender del visto bueno de sus hermanos.
Y es que el reparto de las acciones, tras la disolución de Portman Baela, quedó de la siguiente manera:
Rafael pasó a controlar el 21,4%,
Leopoldo, el 8,3%,
María se quedó con el 8,1% y
Joaquín con el 2,5%. Además, María y Joaquín comparten otro 1,2% a través de la sociedad
Casa Grande de Cartagena.
En definitiva, a partir de ese momento,
Rafael tenía las manos libres para hacer y deshacer a su gusto, aunque el resto de hermanos se opusieran: sus participaciones sumaban el 20,1%, incluida la de Casa Grande de Cartagena. Nada que hacer frente al 21,4% de Rafael, sin olvidar el 3% que posee el fondo
Blackrock y que no supone ninguna amenaza para el presidente.
Todo esto unido al hecho de que ni María, ni Leopoldo ni Joaquín -ni mucho menos Fernando- ocupan puestos ejecutivos dentro del grupo. Su presencia se limita al consejo de administración en calidad de consejeros dominicales externos.
María preside la Fundación Rafael del Pino y es presidenta/vicepresidenta de Casa Grande de Cartagena de forma rotatoria; además, es miembro del patronato Princesa de Asturias, del patronato de la Fundación Codespa y de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer.
Por su parte,
Leopoldo es el presidente ejecutivo de Estacionamientos Iberpark y es miembro del consejo asesor internacional de Insead. El tercero,
Joaquín, el más rebelde junto a Fernando, es, como María, presidente/vicepresidente de Casa Grande de Cartagena de forma rotatoria. Además, es el presidente de Pactio Gestión SGIIC (gestora de instituciones de inversión colectiva), miembro del patronato de la Fundación Rafael del Pino y de la Fundación Plan España.
Así las cosas, era sólo cuestión de tiempo que comenzaran los movimientos, principalmente de salida. Y así ha sido. Sólo cinco meses después de la ruptura,
Leopoldo ha vendido la mitad de su participación, esto es, el 4,15%, por el que ha ingresado la nada despreciable cantidad de 579,49 millones de euros, según el hecho relevante remitido este miércoles a la
CNMV. Tras la operación, María se queda como segunda accionista del grupo, sólo por detrás de
Rafael.
Pero la venta que ha hecho
Leopoldo no es algo nuevo en la familia. El primero en 'darse de baja' de Ferrovial fue
Fernando, que en diciembre de 2014 decidió venderle a Rafael el 3,1% que aún poseía. Novedosa o no, la operación no ha gustado al mercado -Leopoldo vendió con un descuento del 4,9% respecto al cierre del miércoles-. Ferrovial lidera las caídas del Ibex (-1,6%) con un retroceso que ronda el 5%.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com