- El debate sobre la independencia monopoliza cualquier otro debate: no caben las críticas a la gestión de Artur Mas.
- La CUP, clave en el apoyo parlamentario a la secesión, se olvida de la realidad educativa de la inmensa mayoría de catalanes.
- La AEB, la CECA y el Círculo de Empresarios se unen a las voces económicas que alertan de los riesgos en la región.
- Es obvio que Artur Mas utilizó el discurso institucional de la Diada en clave electoral, pero lo denuncia la Junta Electoral.
La palabra
independencia se ha convertido en la palabra tótem que monopoliza cualquier debate ante las elecciones autonómicas del
27-S. Y eso, qué duda cabe, es un logro de la lista
Junts pel Sí, que ha calentado y condicionado la campaña de tal modo, por su marcado carácter de
plebiscito, que es francamente difícil para el resto de los partidos no hablar de otras cosas. Se puso de manifiesto en al debate transmitido por TVE y moderado por María Casado, el jueves por la noche.
Y en esa tesitura, de qué sirve saber que la
Junta Electoral señale que
Artur Mas utilizó el discurso
institucional de la
Diada para hacer campaña electoral, que la
AEB y la
CECA adviertan, en una
declaración institucional, de los riesgos de la
secesión de esa autonomía o que el
Círculo de Empresarios (
en la imagen, la cúpula) haya pedido a los votantes, en
otra declaración similar, que voten lo que les dé la gana menos las opciones independentistas por los gravísimos daños económicos que ocasionaría la independencia.
Las tres noticias son de este viernes pero se pierden indefectiblemente en el río revuelto al que está conduciendo la campaña electoral. Y esas consecuencias, como puso de manifiesto el debate televisado el jueves por la noche, son básicamente dos.
La primera, que la nefasta gestión de Artur Mas -política, económica y social- no puede ser objeto de críticas. Era el recurrente argumento de
Toni Comín (
Junts pel Sí) para no entrar al trapo de lo que le pudieran echar en cara el resto de los partidos. "Oiga, que estamos en otra historia, ¿sabe?, no en lo que se ha hecho, sino en lo que se va a hacer", venía a decir. El debate, por tanto, moría en sí mismo.
Si la opción con más posibilidades de representación se cierra a la crítica de la gestión anterior, que ni rebate -porque en su lista caben de todo, rotos, descosidos,
poscomunistas y
liberales-, estamos apañados.
Y la segunda consecuencia, también importante: los grandes temas que preocupan a los ciudadanos y por los que se vota a un partido o a otro en unas elecciones, quedan inevitablemente eclipsados.
Un ejemplo: el representante de la
CUP en ese debate,
Antonio Baños, dijo que su partido defiende la educación pública para todos, con
la supresión de todos los conciertos en la enseñanza que existen en la actualidad y se quedó tan ancho. Claro, está en su programa. Para el resto de los candidatos, sin embargo, no era tema de debate, salvo para el representante de Unió,
Roger Montañola, que, a duras penas y en muy poco tiempo, dio la voz de alarma sobre eso que defiende la CUP, sobre unos principios de extrema izquierda, que afecta a la mayoría de los catalanes porque la mayoría de los catalanes, señor de la CUP, estudian en colegios concertados.
Y así con tantas cosas, más importantes que la independencia, pero como toca hablar de independencia no se habla de nada más.
Ojo, que lo que opina la CUP, hoy un partido minoritario, no es baladí si puede servir a Artur Mas para la declaración unilateral de
independencia. Pueden ser decisivos en esa mayoría parlamentaria que busca (otra cosa es la mayoría en votos, que le da igual). La CUP, como saben, es partidaria de la ruptura total con "el Estado español, los dictados de la UE y la troika".
Lejos de eso, lo que sí dejó claro ese debate es que los partidos independentistas defienden el 27-S como el
referéndum que no se pudo celebrar el año pasado, en la versión de
Junts pel Sí, o como la vía para crear una
república catalana, en la cabeza del CUP.
¿Qué opina el resto? En eso hay tantas opciones como partidos, aunque básicamente todos apostando por otras salidas, bien a través de un referéndum y una reforma constitucional, en lo que coinciden el
PSC y
Unió, o bien por mandar a freír gárgaras el discurso nacionalista o independentista, en lo que coinciden con variantes el PP y
Ciudadanos.
Así están las cosas y por esos raseros queda menguada la campaña electoral catalana. De lo importante para la lista
Junts pel Sí, la independencia, se habla mucho; de lo importante para la inmensa mayoría de los catalanes -la educación, la sanidad, el déficit, la corrupción, etc., etc..- se habla muy poco.
Y algo de eso ha dicho hoy viernes el Círculo de Empresarios, que se ha unido a otras voces empresariales para cantar las verdades del barquero. El escenario que se plantea en Cataluña implica un grave perjuicio para todos. La independencia provocaría "gravísimos daños" a la economía española y, sobre todo, a la catalana: deslocalización de empresas, caída de las inversiones, del PIB, de la renta per cápita, del nivel de empleo y, en suma, del bienestar social.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com