En España, no se creen ni a Darias ni a Simón. En el entretanto, resulta que Ayuso le ha ganado otra batalla al Gobierno central, quien ha tenido que rectificar y facilitar más las cosas en la desescalada, sobre todo a la hostelería
La verdad es que, acerca del Covid, ya nadie se cree nada. Al menos, no se cree nada de la clase política y de la llamada clase científica asesora de la clase política. En España, no se creen ni a Darias ni a Simón.
Y todo esto es bello e instructivo porque la gente actúa, ciertamente, de forma obediente y sumisa, incluso, diría yo, aborregada. Es más, está obsesionada con vacunarse, pero lo cierto es que estamos en una España, ya no aborregada, por ser muy consciente de la tomadura de pelo y los errores, no sólo de los poderes públicos y, ojo, también de la clase científica, acerca del virus, pero si una sociedad zombi, que ya no piensa, sólo actúa.
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Mi consejo es una actitud ciertamente pasota: que no le amarguen la vida que ya se la han amargado bastante con el virus. Obedezca lo suficiente para no meterse en muchos líos, ni un milímetro más. Y hágase el sueco, porque la andanada de normas, a menudo contradictorias entre sí, permite tamaño pasotismo.
En el entretanto, resulta que Ayuso le ha ganado otra batalla al Gobierno central, quien ha tenido que rectificar y facilitar más las cosas en la desescalada, sobre todo a la hostelería.