Espléndida, estupenda, formidable entrevista de El Español a Pilar Urbano. Ha recuperado de un plumazo la decepción que me habían producido sus últimas intervenciones. Sobre la pandemia, naturalmente. Conviene leerla toda entera.

Preguntada más en concreto sobre el asunto, Urbano vuelve a insistir en la idea aportada, aunque no desarrollada porque no le preguntaron más sobre ello, por Juan Manuel de Prada en la Opinión de Zamora: No soy negacionista pero tampoco soy gilipollas.

“No soy negacionista, pero se ha pretendido convertirnos en una manada temerosa” (Urbano)

Ojo, Urbano se ha vacunado y de Prada no lo sé, porque no lo dice. Ninguno de los dos niega el virus (¿cómo va alguien a negar que existe el Covid?) pero ambos denuncian que el poder ha aprovechado el Covid para convertirnos en borregos dispuestos a obedecer cualquier orden ‘sanitaria’. Insisto, si mañana nos dicen, por evidencia científica, naturalmente, que debemos andar a cuatro patas para evitar el contagio… ¡lo haremos! Y el que se niegue será un irresponsable, un insolidario… y un negacionista.

Y lo que aseguran Urbano y De Prada es exactamente lo mismo por lo que protestan tantos y tantas, en tantos y tantas países y ciudades, europeos y europeas.

Porque la gente no es tonta y contempla la utilización espuria que el Gobierno ha hecho del coronavirus.

No soy negacionista, pero tampoco gilipollas (De Prada)

Incluso se ha llegado a crear lo más peligroso: un modo de religión sanitaria. El montaje realizado con el Cristo de Corcovado (Vaccine Saves) que recoge Diario Sur, supone una verdadera blasfemia. Ya sólo queda arrodillarnos para adorar un frasco de AstraZeneca.

Por cierto, que el adoctrinamiento televisivo llevó -mañana del lunes- a una intrépida reportera de RTVE a quejarse de la ignorancia de los ancianos, que distinguen entre la buena vacuna (Pfizer) y la mala (AstraZeneca). Pues resulta que los viejecitos tienen toda la razón.  Pfizer es buena en ambos sentidos del calificativo. Buena éticamente, porque, aunque sí utiliza, al final, cultivos celulares procedentes de abortos, no los utiliza en su producción, como hacen Janssen o AztraZéneca. Y, al mismo tiempo, Pfizer o Moderna, las vacunas sintéticas, son mucho más eficaces y producen menos efectos secundarios.

Traducción popular: la buena (Pfizer), la mala (AstraZeneca). En ambos sentidos de la palabra buena

Y hablando de liberticidio, ¿cuándo nos quitaremos el bozal? En muchos países ya se está hablando de ir retirando el tapabocas de forma gradual, empezando por los espacios abiertos.

En cualquier caso, ha nacido la religión sanitaria: la vacuna te salvará.