La crisis con Marruecos no ha terminado, ni mucho menos. Durante la noche del jueves y la madrugada de este viernes, más de 300 marroquíes intentaron entrar en Melilla saltando la doble valla que separa la ciudad autónoma con Marruecos. No es un intento como los demás: nunca antes un grupo tan numeroso de marroquíes había intentado saltar la valla. Hasta ahora siempre habían sido subsaharianos.

Sea como fuere, los melillenses, como antes hicieron los ceutíes, recibieron a Pedro Sánchez con abucheos y calificativos que es mejor escuchar en el vídeo que se ha hecho viral.

Según Fernando Grande-Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, 30 marroquíes lograron entrar en Melilla, pero tranquilos, porque según el ministro del Interior, serán localizados y devueltos a su país.

Para Marlaska, lo ocurrido este viernes nada tiene que ver con la avalancha de más de 8.000 marroquíes, en Ceuta. “Yo no compararía los supuestos. Lo de Ceuta ha sido un intento de vulneración de nuestras fronteras al que hemos hecho frente. Son supuestos de hechos suficientemente distintos”, afirmó en una entrevista en la cadena Cope.

El ministro, extremadamente económico con la verdad, se ha vuelto muy exquisito con el vocabulario. Así, negó las devoluciones en caliente en Ceuta -“Se ha hecho un rechazo en frontera”- y aseguró que se trató de una “vulneración de fronteras” y no de una “crisis migratoria”. Pues eso.

Mientras, la prensa marroquí se jacta de haber humillado a España y el Gobierno de aquel país se niega a restablecer a su embajadora, Karima Benyaich, hasta que el jefe del Polisario salga de España o pase a disposición judicial.