Calviño-Iglesias, al final, coincidentes
La vicepresidenta económica Nadia Calviño se ha convertido en la favorita de la clase empresarial española a pesar de que, dos semanas después de aprobado el plan europeo de reconstrucción, aún no ha presentado un plan de reindustrialización del país. Ni piensa hacerlo. Según ella la recuperación económica ya ha comenzado. Como buena socialdemócrata, considera que lo único que hay que hacer es velar porque el Estado no quiebre. Y en una océano de liquidez como vive el mundo desde que Richard Nixon liquidó el patrón oro es difícil que tal cosa ocurra. Los gobiernos no quiebran porque viven en permanente estado de quiebra técnica.
Es lo que se llama financismo de Estado, el sistema en el que vivimos.
Pero hay más confusión… aún. Para la opinión publicada española, la que lee más prensa, Nadia Calviño es la voz de la sensatez frente a las insensataces de Pablo Iglesias, de la talibana feminista Carmen Calvo o de la talibana eco-panteísta Teresa Ribera.
El Ibex 35 y la CEOE se aproximan al universo podemita y los planes de negocio de las grandes empresas parecen mera subsistencia
Pero todos estos juicios se gestan por comparación: ante la ignorancia pedante de Podemos, lo cierto es que Nadia Calviño es una eurócrata y socialdemócrata, por ese orden. Como eurócrata, cree que la UE es una hucha de la que hay que extraer el mayor dinero posible. Como socialdemócrata considera que los agentes económicos son el Estado y el gran empresa (lo que Podemos llama el Ibex) y que toda buena receta económica pasa por aquella frase con la que Ronald Reagan resumía aquello que nunca se debe hacer: “Hola, soy del Gobierno y he venido para ayudar”.
Resumiendo, tras el acuerdo de Bruselas, la vicepresidenta Nadia Calviño busca una idea y no se le ocurren ninguna. Todavía no ha presentado una plan económico post-confinamiento. Insistimos: ni la crisis ni el liberticidio los la ha provocado el Covid sino el confinamiento de Sánchez.
Por contraste, entre la clase media española, los pequeños propietarios, cunde otra idea: el que no trabaje que no coma. Me lo comentaba un taxista este fin de semana y me lo confirmaba un recién jubilado, por más datos exautónomo, horas atrás: ¿por qué yo trabajo -o he trabajado- 50 horas a la semana para conseguir poco más de 1.000 euros -en el caso del jubilado autónomo cobra poco más de 500, que complementa con sus ahorros- y un señor, sin dar palo al agua, puede cobrar incluso más de 1.000 con el ingreso mínimo vital (IMV)?
¿Endeudarse en máximos sólo para mantener nuestro mínimo tejido industrial actual? Así no salimos de pobres
Esa es la pregunta, a día de hoy, de Juan Español y nos lleva al principio general paulino: el que no trabaje que no coma. Ejemplo: si cobras un Ingreso mínimo ponte a limpiar calles o a darle algo a la sociedad que te alimenta.
En el entretanto, la presunta moderación de Nadia -hombre, comparada con el resentido de Pablo Iglesias sí que es moderada- la vice Nadia Calviño anda con un farol en la mano a la búsqueda de una idea.
Ocurre que la vicepresidenta no tiene un plan alternativo para reindustrializar España -que es la clave de la cuestión- así que Podemos impone sus tesis: el dinero europeo se dedicará a subvenciones (perdón, escudo social) y voto cautivo.
Mientras, el Ibex 35 y la CEOE, la gran empresa española, la que tanto brama contra el sector podemita del Gobierno… resulta que se aproxima al universo podemita. Sus planes de negocio parecen mera subsistencia. Como el Gobierno, en lugar de aprovechar el endeudamiento, y el plan de recuperacion europeo, para reindustrializar España, el Ibex 35, con un espíritu repugnantemente corporativo -sostenible, que le dicen-, más propio de funcionarios (¿qué es Antonio Garamendi si no un funcionario?-) la CEOE pide más avales ICO, ampliación de los ertes, y no protesta contra las subvenciones públicas, siempre injustas. El Ibex y la CEOE no quieren una España de emprendedores sino una España de funcionarios. Como Nadia. Como Iglesias.
¿Endeudarse para mantener nuestro mínimo tejido industrial en lugar de para crear nuevas empresas, públicas si fuera menester? Así no salimos de pobres y, encima, nos atamos al ‘dador de subvenciones”, a don Pedro Sánchez.
Y sí, sí que hay alternativa: reindustrializar España con dinero público y si fuera necesario, al menos al principio, con empresas públicas. Ejemplo, ¿por qué no se ha creado, ya mismo, una megafábrica de baterías para coches eléctrico?
¿Y cómo es posible todo este despropósito nacional? Por el miedo reinante, naturalmente.