- Ernest Simoni, de 88 años, pasó 18 en las cárceles comunistas. Fue condenado dos veces a muerte y obligado a trabajar en las alcantarillas de Scutari.
- Pero él siguió ejerciendo su ministerio sacerdotal clandestinamente hasta la caída del régimen comunista en 1990.
- Lejos de guardar rencor, procuró reconciliar a muchas personas ansiosas de venganza.
El
Papa Francisco anunció este domingo la creación de 17 cardenales en noviembre próximo, en la víspera de la clausura del Jubileo de la Misericordia.
Uno de ellos será un
sacerdote albanés de 88 años, Ernest Simoni, de quien Francisco dijo, al anunciar su nombre, que "ha dado un claro testimonio cristiano".
Su vida se hizo célebre tras participar, el
21 de septiembre de 2014, en un encuentro del
Papa Francisco en la catedral de San Pablo en Tirana (Albania) con sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y laicos, varios de los cuales, entre ellos Simoni, contaron cómo habían mantenido viva la llama de la fe y ejercido su apostolado bajo el
régimen comunista, cuenta
Religión en Libertad.
Al terminar su relato, el
Papa abrazó, visiblemente emocionado, a Ernest Simoni, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo.
Ernest Simoni nació el 18 de octubre de 1928 en
Troshani (Albania), un pueblo a pocos kilómetros de Scutari, en el seno de una familia profundamente religiosa. A los 10 años entró en el colegio que regentaban los franciscanos, iniciando posteriormente allí la
etapa formativa para ingresar en la orden.
En 1948, en el momento álgido de la persecución religiosa emprendida por el régimen comunista que encabezaba
Enver Hoxha, el convento fue saqueado y transformado en centro de torturas para los detenidos. Todos los frailes fueron fusilados y a los novicios se les expulsó.
Simoni tenía 20 años y fue enviado por el régimen como profesor en una aldea de las montañas, donde utilizó su puesto de maestro para una obra misionera y evangelizadora. Entre 1953 y 1955 hizo el servicio militar, luego concluyó en secreto los estudios de teología, y el 7 de abril de 1956 fue ordenado sacerdote clandestinamente en Scutari.
Por obediencia al obispo se incardinó en la diócesis de Scutari, aunque su corazón seguía siendo franciscano.
El 24 de diciembre de 1963, después de la Misa de Navidad, fue detenido y conducido a una celda de aislamiento en la cárcel de Scutari.
Fue condenado a muerte, siéndole conmutada la pena por 25 años de trabajos forzados.
Durante sus 18 años en prisión (12 de los cuales trabajando en una mina) se convirtió en referencia espiritual para sus compañeros de cautiverio. En 1973
fue condenado de nuevo a muerte acusado de provocar una revuelta, pero
el testimonio a su favor de los carceleros evitó el cumplimiento de la pena.
Tras su liberación en 1981, como seguía siendo considerado "enemigo del pueblo", fue obligado a
trabajar en las alcantarillas de Scutari. Él siguió ejerciendo su
ministerio sacerdotal clandestinamente hasta la caída del régimen comunista en 1990.
Desde entonces continuó su apostolado como
simple sacerdote en varios pueblos, procurando reconciliar a muchas personas ansiosas de venganza. Su propia vida era y ha seguido siendo el mejor testimonio para llevar la paz a los corazones.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com