La única duda sobre la ministra de Educación y ‘portaboca’ del Gobierno, Isabel Celaá, es si se cree sus propias mentiras o no. Mi opinión es que no, dado que la considero una persona tan inteligente como peligrosa. No, no se las puede creer. Sencillamente miente.

Entrevista de Celaá en El Economista: “Con los socialistas, la enseñanza concertada no corre peligro alguno”. Lo que recuerda aquello de Astérix: “Y mientras Bruto esté contigo, Oh César, no tienes nada que temer”.

No es anticapitalismo, sino anticlericalismo

En parte, tiene razón: no es la enseñanza concertada la que ha de temer. De hecho, la obsesión de la ministra de Educación del PSOE no es terminar con la escuela privada, sino con la enseñanza católica. Lo suyo no es anticapitalismo, sino anticlericalismo rabioso.

Y así, entre asignaturas obligatorias como Valores Cívicos, la imposibilidad de abrir nuevos centros concertados y la obsesión por asfixiar económica e ideológicamente a los centros privados, la enseñanza concertada, la que prefiere la inmensa mayoría de los padres del país, se queda en lo que es: residual. No obstante, es la más solicitada por los padres y la que más dinero ahorra al Estado… pero sigue siendo residual.

No tienen nada que temer. Es más, los muertos de hambre protestan.