Se disculpan las autoridades baleares, se justifican los profesionales del ramo, se encubren los hechos entre acusaciones y demostraciones… pero lo cierto es que la violación -presunta- de una menor en Mallorca, probablemente por otros menores, y todo lo que ha venido detrás, sólo demuestra una cosa: el Estado no sabe educar.

Hay centros de menores donde los responsables abusan de los menores. Hay menores, sobre todo extranjeros, -sí, porque el número de violadores foráneos es relativamente superior al de nacionales- responsables de agresiones sexuales de otros menores. Hay menores ejerciendo de chaperos y hay niñas menores que se prostituyen por un móvil o son forzadas y obligadas a prostituirse mientras sus tutores, la Comunidad balear que, en la cumbre, con tanto acierto, lidera la socialista Francina Armengol, adopta su más serio semblante (¡Hipócritas!) para responder a las acusaciones con una palabrería que resultaría cachondeable si no resultara ofensiva.

Menores peligrosos y menores en peligro, un patio de monipodio. ¿Qué esperaban?

La respuesta de la Administración es que “se han cumplido los protocolos” como si eso fuera suficiente.

Lo único que demuestra los desgraciados hechos de Mallorca son dos cosas:

Lo que sale a la luz no es más que lo ya deberíamos saber: que los niños se educan en la familia porque el Estado no sabe educar.

Y esto es lógico, porque la llave de la formación es el cariño y el Estado no ama a los ciudadanos. En el mejor de los casos los exprime, en el peor los tiraniza. Los padres, suelen sentir cierta querencia por sus hijos.

Total: menores peligrosos y menores en peligro, un patio de monipodio

¿Qué esperaban? ¿Qué la educación a cargo de funcionarios prosperara?