Lo resume muy bien Friday Fax, el boletín provida centrado en Naciones Unidas. Habla sobre la celebración del vigésimo quinto aniversario de la Conferencia de Naciones Unidas para la Mujer, celebrado en Pekín, es decir, del aquelarre feminista de donde surgió el derecho al aborto y donde Hillary Clinton forjó su carrera política hacia la Casa Blanca. Menos mal que perdió frente a Donald Trump, en 2016.

El gran inventó de la Conferencia de Pekín consistió en exigir el derecho al aborto. Esto es, el derecho de una madre a asesinar a su propio hijo en sus propias entrañas. Vulgo, aborto.

Y claro, resulta que, a pesar del poder cuasi omnímodo de lo políticamente correcto, convertir en un derecho que la madre pueda asesinar a su hijo en su propio seno… resulta muy bestia.

A pesar de lo políticamente correcto, convertir en derecho que la madre pueda asesinar a su hijo en su propio seno… resulta demasiado bestia

Al mismo tiempo Friday Fax también nos cuenta como el feminismo amamantado en Pekín -tenía que ser en Beijing- está aprovechando el aniversario para potenciar el homosexualismo, lo que otorga razón al que dijo que el feminismo siempre acaba en lesbianismo.

Pero recuerden: todavía hay algo más peligroso que una feminista: un feministo.

Feministo es Emmanuel Lolito Macron, quien, con motivo del feliz aniversario del aquelarre, acaba de soltar la siguiente joya: “En 2020, la Declaración de Pekín no tendría ninguna posibilidad de ser adoptada. Los avances logrados con grandes esfuerzos se están socavando incluso en nuestras democracias, comenzando por la libertad de las mujeres para controlar sus propios cuerpos y, en particular, el derecho al aborto”.

Por lo cual habrá que insistir: sólo hay algo más tonto que un obrero de derechas: un hombre feminista, un feministo.

El feminismo está aprovechando el aniversario para potenciar el homosexualismo, lo que otorga razón al que dijo que el feminismo siempre acaba en lesbianismo

25 años después del aquelarre de Pekín el mundo aún se resiste al asesinato legal de inocentes. Un hombre sensible como Macron sufre por ello.

Lo ha dicho en la ONU.