El obispo de El Paso, Mons. Mark Seitz, lamentó el ataque a la Catedral de St. Patrick en Texas (Estados Unidos) y señaló que reza por el desconocido que destruyó una estatua del Sagrado Corazón de Jesús, de 90 años de antigüedad.

Al parecer, un hombre entró a la catedral, que permanecía abierta para la oración, y destruyó la estatua del Sagrado Corazón de Jesús que estaba detrás del altar principal. 

El Obispo ha señalado que es posible que el responsable sea alguien con problemas, “por haber atacado este pacífico lugar de nuestra ciudad y esta imagen del Rey de la Paz”. 

De acuerdo, puede que el autor de los hechos tenga problemas o algún desequilibrio, pero ¿no empieza a ser en los últimos meses demasido frecuente el ataque a iglesias e imágenes religiosas?

¿No podemos pensar que estos ataques son una derivada de los disturbios que comenzaron con la muerte de George Floyd a manos de la policía? Porque son varias las noticias de iglesias vandalizadas, e imagenes religiosas destrozadas en Estados Unidas, desde que surgió el movimiento Black Lives Matter (BLM). Y recordemos que este movimiento se basa en un marxismo de naturaleza bolivariana, consistente en imponer una dictadura bajo los principios Nuevo Orden Mundial (NOM), con la promoción del aborto y la ideología de género y la cristofobia. 

Algunos de esos ataques se han sucedido en la iglesia de Saint John cercana a la Casa Blanca, donde los manifestantes del BLM prendieron un incendio.  O en la Catedral de San Patricio en Nueva York, donde unos desconocidos hicieron pintas con insultos y algunas frases como “No justice no peace” (Sin justicia no hay paz) y “BLM” (Black Lives Matter – Las vidas negras importan) y también escribieron el nombre de Floyd.

Además, la primera basílica establecida en Estados Unidos, ubicada en Minneapolis, también sufrió daños por incendios en medio de los disturbios por la muerte de Floyd. 

Mientras, en Hispanoamérica también se registran incidentes de este tipo, pero esta vez centrados en derribos de estatuas. Uno de los más recientes en Popayán, capital del convulso departamento colombiano del Cauca (suroeste) donde manifestantes indígenas de la comunidad Misak derribaron una estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar, como forma de «reivindicar la memoria de ancestros asesinados y esclavizados por las élites». 

Segun ABC, el Movimiento de Autoridades Indígenas del Suroccidente Colombiano (AISO) argumentó que De Belalcázar cometió delitos como «genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenences», que habitaban la región en la época de la conquista. Según el organismo, estas denuncias se basan en «crónicas, relatos historiográficos, reconstrucciones, expedientes de archivo muerto y archivo clasificado del archivo central del Cauca».

Una vez más, lo ocurrido en Popayán recuerda a lo que sucedió los últimos meses en EE.UU., donde tras la muerte de George Floyd se han multiplicado los ataques a monumentos de líderes de la Confederación, padres fundadores y de exploradores vinculados a la «conquista» española de América.

Es decir que, un ciudadano negro muere a manos de un policía blanco, se desencadenan protestas en las calles y al final, se acaban atacando iglesias, imágenes religiosas y estatuas de personajes históricos. ¿Qué tiene que ver el trágico hecho inicial con el final de esta historia? Que nos lo expliquen.