La estrategia del Tesoro para 2022, presentada este lunes, podría resumirse en dos palabras: más deuda. Y eso, en vísperas de una paulatina retirada de estímulos del BCE -comprará menos deuda- no es una buena noticia, por mucho que el Gobierno nos quiera vender lo contrario. En cualquier caso, aumentar la deuda nunca es positivo, con o sin el respaldo del BCE. Lo que hay que hacer es disminuirla recortando el gasto y no aumentando los impuestos.

Las principales cifras: las emisiones se reducirán un 10% respecto a las de 2021, hasta los 237.498 millones, mientras que las amortizaciones caerán un 14%, hasta los 162.498 millones. Esto arroja unas emisiones netas de 75.000 millones, solo 138 millones menos que las de 2021, cuando alcanzaron los 75.138 millones. Al final, lo dicho: el Tesoro aumentará la deuda en otros 75.000 millones durante el presente ejercicio.

El Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, del que depende el Tesoro, presume de que, por primera vez en la historia -otro dato histórico del Gobierno- el coste medio de financiación medio de las nuevas emisiones haya sido negativo durante 2021, concretamente del -0,04%. Así, el coste medio del conjunto de la deuda se situó en el 1,64%, 22 puntos menos que en 2020.

Todo resulta tan maravilloso que el secretario general del Tesoro y Financiación Internacional, Carlos Cuerpo, ha asegurado que será un año “sin sobresaltos” en la prima de riesgo española, a pesar de la paulatina retirada de estímulos monetarios anunciada por el BCE.

En definitiva, la deuda pública seguirá aumentando en 2022 bajo el pretexto de no ahogar la supuesta recuperación económica. Al final, la deuda seguirá disparada y la recuperación económica, un futurible.