José Luis Escrivá no se atreve a enderezar el rumbo del gasto en pensiones, como le ha ocurrido a todos los ministros del ramo. El problema es que cada vez es más difícil de solucionar
José Luis Escrivá no lo ha dicho con esas palabras, pero el mensaje es ese: hay que aguantar el tirón porque el problema de las pensiones se solucionará cuando los de la generación del baby boom hayan fallecido. Hemos pasado del control de natalidad al control de mortalidad. Si algún jubilado se empeña en cobrar la pensión durante más tiempo, se le aplica la eutanasia y punto, que con las pensiones no se juega.
“Tenemos un problema, por así decirlo, que se sitúa entre 2025 y 2050. Como ven, es el periodo en el cual aumentan extraordinariamente el número de altas y cómo después, a partir del año 2040 empiezan a bajar, y si nos vamos a los años después de 2050, estamos en niveles similares a los actuales. Incluso, si siguiéramos, veríamos, incluso, que un poco más bajos”, ha explicado este miércoles en el Congreso, donde ha comparecido para exponer el acuerdo sobre pensiones firmado con los agentes sociales.
En resumen: a partir de 2050 no habrá ningún problema con las pensiones, no porque se haya solucionado sino porque para entonces habrán fallecido la mayoría de los jubilados del baby boom.
Por eso, el ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones no comparte los mensajes “alarmistas” que se difunden a diario en los medios de comunicación. Él es optimista sobre el futuro de las pensiones porque comprende que el punto de partida es “sólido” y que se trata de un problema “acotado” a esa franja temporal (2025-2050) de 25 años. Enhorabuena a los premiados.