Las acciones de Sacyr se desplomaban más de un 6% en Bolsa este viernes en el arranque de la jornada bursátil. El avance de la mañana no ha sido mejor, llegando a caer más de un 7%, tras captar 222 millones de euros en la ampliación de capital que lanzó en la tarde de ayer con el objetivo de promover el desarrollo de sus proyectos concesionales. La ampliación supuso ampliar capital en un 9,6% y lo hizo con un descuento del 8,6%, con el objetivo de captar el dinero cuanto antes.

Este proyecto lo adelantó en el día del inversor el presidente y consejero delegado, Manuel Manrique, informando de que se invertirían en los próximos cuatro años en torno a 1.000 millones de euros en el desarrollo de la compañía para triplicar su tamaño, eso sí, la inversión se la llevan las concesiones. 

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Con esta estrategia, Sacyr continúa posicionándose hacia las concesiones de infraestructuras, que ahora mismo es la división que mayores alegrías le da. Precisamente, los activos concesionales ya aportan el 90,4% del resultado bruto de explotación (Ebitda) del grupo.

Recordemos que al finalizar 2023 sufrió una reorganización. Desde la compañía lo llamaron simplificación, tras la venta de Valoriza Servicios Medioambientales y Sacyr Facilities, adoptó una estructura única de compañía con tres líneas de negocio: Concesiones, Ingeniería e Infraestructuras y Agua. Antes hablábamos de un holding con tres sociedades independientes. 

Detrás de esta ampliación de capital con descuento subyace la necesidad de inmediatez por parte de Sacyr: necesita capital para aumentar concesiones y lo necesita ya. Dicho en otras palabras, Manrique se lo está jugando todo a concesiones: para conseguir crecer ha vendido con descuento, devaluando la empresa y haciendo que esta caiga en bolsa, algo esperado. Ahora falta saber si le saldrá bien o no. Si las concesiones le funcionan, será un éxito, si pinchan, estaremos hablando de serios problemas.  

El Grupo ha pasado de constructora a concesionaria que tiene construcciones, que cada vez son menos. Todo lo que hay detrás es la venta y adelgazamiento de la empresa. A esta ‘integración vertical’ en Hispanidad preferimos llamarla jibarización. El Grupo ha pasado de constructora a concesionaria que tiene construcciones, que cada vez son menos, con el riesgo que conlleva 'poner todos los huevos en la misma cesta'.

El problema de vender activos y centrarse sólo en un sólo tipo de activos, es que no se puede repetir la operación y supone, además, reducir el perímetro de la compañía. 

El castigo bursátil a Manrique ha sido esperado, claro y rotundo, aunque no debemos perder de vista que quienes tienen la sartén por el mango son Carceller y Loureda, que tienen sobre la mesa la jubilación de Manrique -que ya tiene 68 años- y que, todo apunta a que será dentro de dos años, cuando cumpla los 70, aunque está por ver si centrarse en concesiones le da buenos resultados.