La Guardia Civil ha registrado una de las casas de José Luis Ábalos en Valencia durante ocho horas. Hay que reconocer que el ex ministro y ex número dos del PSOE ha respondido con elegancia. Nunca pierde la calma y hasta echa mano de la ironía, pero lo cierto es que ha sido un registro en profundidad y ya van demasiados.

 

 

Y mientras, Sánchez escondido: habla sobre los océanos pero no responde a los casos de corrupción que nos asolan. Participa en el décimo aniversario de la muy progresista Netflix pero no responde ni a los parlamentarios ni a los periodistas. Su defensa ya no es personal, lo ha dejado en manos de sus ministros y de periodistas afines.

Así, desde el Ejecutivo, Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, hoy martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, y ante un ausente José Manuel Albares, que se supone es el amigo personal de Sánchez, ya ha marcado distancias con Ábalos: se enorgullece el portavoz de que, desde el primer momento, el PSOE cortó relaciones con Ábalos. Hombre no parece que ese sea un buen resumen de lo acaecido durante los últimos meses. Más bien paree que Ábalos ha ido soltando bombas cuando ha visto que sus compañeros del PSOE empezaban a comportarse como enemigos, más que como indiferentes. 

Ábalos pasó a un segundo plano con un acuerdo en toda regla sobre los límites del ninguneo y del insulto. 

El ex ministro y número dos del PSOE empieza a afrontar un futuro que puede pasar por prisión. Pero, como ya advirtió, al principio del escándalo, él no se va a comer solo el marrón. 

En cualquier caso, el registro de ocho horas de hoy supone algo más: supone que Sánchez debe cambiar de estrategia. Ya no vale alegar que todo es mentira, que no hay nada. La esposa, el hermano, el número dos del partido, Leyre, Koldo, Hidalgo, García Ortiz, Santos Cerdán, Aldama, Armengol, Marisu-Moreno, Maroto-Bidart, Ángel Víctor Torres... no todo puede ser falso, ¿verdad?