Pablo Hernández de Cos y Margarita Delgado afrontan los últimos meses de su mandato con el personal del Banco de España cabreado por el nuevo sistema de contratación, más subjetivo
Pablo Hernández de Cos y Margarita Delgado, gobernador y subgobernadora del Banco de España, respectivamente, han mantenido muy bien repartidos los papeles desde sus nombramientos en 2018: más institucional él y más sobre el terreno ella.
El tándem ha funcionado, pero cuando restan seis meses para que finalice su mandato -junio 2024-, Hernández de Cos afronta el cabreo de los inspectores y auditores informáticos de la entidad porque el modelo de contratación está cambiando peligrosamente hacia un sistema de concurso, mucho más subjertivo, en detrimento de las clásicas oposiciones. Según la Asociación de Inspectores y Auditores Informáticos del Banco de España (AIBE), el 70% de la contratación total en 2023 se ha realizado mediante concurso.
El malestar dentro del palacio de Cibeles se ha concretado con la impugnación, desde la AIBE, del concurso de Economistas Titulados del Banco de España. “Nuestro objetivo replicar las mejores prácticas de contratación del resto de la Administración General del Estado, es decir, que el Banco de España contrate a sus economistas como lo hace, por ejemplo, el Ministerio de Economía con sus Economistas del Estado, mediante una oposición con exámenes rigurosos, exigentes y transparentes”, afirma la asociación en un comunicado.
El asunto es serio, porque en lugar de la clásica oposición, la contratación de los futuros miembros de la institución dependerá, por ejemplo, de la “solvencia” del candidato, su “motivación para el puesto”, su “orientación a resultados” o el mayor o menor “prestigio” de la universidad en la que han estudiado. Vamos, igualito que las actuales oposiciones.
Todo esto sucede seis meses antes del relevo de Hernández de Cos que, tras pasar por Cibeles podría aspirar, por ejemplo, al Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en inglés). Claro que terminar su mandato con este manchurrón, pues como que no ayuda. Y a Margarita tampoco.