A partir del 1 de mayo próximo, Telefónica dejará de estar sujeto a las condiciones que le fueron impuestas tras comprar Sogecable en 2014 y que le obligaban a ofrecer el fútbol en el mercado mayorista a un precio fijo. “Estamos seguros de que vamos a llegar a un acuerdo comercial con Telefónica”, afirmó Diego Martínez, director de Particulares de Orange España, este miércoles, durante la presentación de resultados del primer trimestre.

Lo cierto es que, en su día, Orange solicitó a la CNMC prorrogar esas condiciones, pero el organismo se negó a hacerlo. No pasa nada, porque si alguien cree que la operadora azul atenta contra la competencia, puede denunciar la situación, que será analizada por la CNMC. En otras palabras, que Telefónica acudirá a la negociación sabiendo que tiene ciertos límites que no puede sobrepasar.

Todo esto sucede mientras Bruselas sigue analizando la Joint Venture entre Orange y MásMóvil y decide si le aplica o no condiciones o remedios. No cabe duda, por tanto, de que estamos en un año clave para Orange España. Y un año que ha comenzado bien en cuanto a resultados, con un crecimiento del 2,8% de los ingresos totales, que alcanzaron los 1.164 millones de euros.

El crecimiento, no obstante, fue por barrios, ya que los ingresos por servicios sólo móvil cayeron un 2,7%, hasta los 195 millones de euros, y los de servicios mayoristas fueron un 2,5% inferiores a los de marzo de 2022 y no superaron los 192 millones.

En cuanto a la evolución de clientes, el número total de banda ancha cayó un 1,3%, hasta los 3,9 millones, con un aumento del 1,2% en los de fibra (3,5 millones) y del 18% en los de TV (1,2 millones). Orange España, la segunda filial más importante del grupo francés, tras el país de origen, cerró el primer trimestre con 17 millones de clientes, un 3,6% más, de los que 15,4 millones son de contrato (+5,1%) y 1,6 millones (-8,6%), de prepago.

¿Qué más se puede añadir sobre la fusión con MásMóvil? Pues que el nuevo CEO, Ludovic Pech, añadió un nuevo matiz acerca del proceso al asegurar que si Bruselas impone condiciones muy severas, tendrán que ser los accionistas los que fijen las líneas rojas de la fusión. En otras palabras, introdujo la posibilidad, remota, pero posibilidad, de que la operación, finalmente, no salga adelante. Hasta ahora, el discurso de la compañía ni siquiera contemplaba esta posibilidad.