Stuart Kirk ha pagado muy caro cuestionar el cambio climático y su caso ha servido para lanzar un mensaje al mundo: todo aquel que discrepe del cambio climático será considerado enemigo del planeta
La noticia conocida este lunes, en vísperas de la transcendente cumbre de Estocolmo, abre una nueva era caracterizada por la tiranía climática. No es una exageración y si no que se lo digan a Stuart Kirk, director global de inversión responsable en su división de gestión de activos del HSBC, que ha sido suspendido de empleo por cuestionar el cambio climático.
“El cambio climático no es un riesgo financiero del que debamos preocuparnos”, afirmó Kirk la pasada semana en una conferencia organizada por el Financial Times. “Las advertencias sin fundamento, estridentes, partidistas, egoístas y apocalípticas SIEMPRE son incorrectas”, se pudo leer en una de sus transparencias.
Intolerable, a pesar de que, según el diario británico, tanto el título de la conferencia –“Por qué los inversores no deben preocuparse por el riesgo climático”- como el contenido de la misma habían sido acordados con la entidad semanas antes.
El Ceo del mayor banco del mundo, Noel Quinn, no tardó en reaccionar: las declaraciones de Kirk “son inconsistentes con la estrategia del HSBC y no reflejan los puntos de vista de los altos directivos de HSBC o HSBC Management”, sentenció en su cuenta de Linkedin.
Otro que saltó rápidamente a la palestra fue el director ejecutivo de la gestora del banco, Nicolas Moreau: “HSBC Asset Management se compromete a impulsar la transición hacia una nueva economía global sostenible y tiene la responsabilidad fiduciaria de garantizar que el dinero de sus clientes se administre para obtener resultados ambientales y sociales positivos a largo plazo”, afirmó. Moreau es de los que considera el cambio climático como “una de las emergencias más graves que enfrenta el planeta”.
La tiranía ya está en marcha y todo aquel que discrepe de los dogmas climáticos, aunque sea mínimamente, será expulsado de su puesto de trabajo y considerado un peligro para el planeta.
Y no es casualidad que haya sucedido en el HSBC, el mayor banco del mundo. ¿Recuerdan la película Rollerball, del año 1975, en la que ya no son los Estados, sino unas pocas multinacionales las que controlan el mundo? La tiranía climática va en el mismo sentido: serán las grandes corporaciones privadas las que lleven la voz cantante. A fin de cuentas, serán ellas las que financien la transición ecológica obligatoria. Y el que se resista, a galeras.