El problema al que se enfrentan los bancos europeos en general y los españoles en particular, no es la crisis económica provocada por el confinamiento de la población, sino algo mucho más preocupante: su falta de rentabilidad. Me dirán que es un asunto antiguo, que viene de lejos y es verdad. Eso es lo realmente preocupante: los bancos tienen un problema estructural, es decir, les sobran oficinas y empleados.

No lo decimos nosotros -que también-, sino el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. El futuro del sector “pasa por la consolidación”, aseguró el miércoles durante una charla telemática organizada por Esade. Y ya lo hemos visto muchas veces: las fusiones significan cierre de oficinas y ajustes de plantilla.

Los tipos de interés no van a subir, ni siquiera en el medio plazo. Y ya veremos si no bajan más todavía, que todo podría suceder con tal de salvar, aunque sea momentáneamente, la deuda pública de los países.

En otras palabras, el negocio típico bancario está muerto. Pero tranquilos: “No vamos a tener una crisis bancaria”, según Guindos. El exministro lo tiene claro: “Desde el punto de vista de solvencia estoy convencido de que los bancos de la eurozona van a superar la crisis”, ha sentenciado.

Efectivamente, no habrá una nueva crisis bancaria. Habrá una nueva ronda de fusiones, es decir, más cierres de oficinas y más ajustes de plantilla.