Naturalmente es para luchar contra el virus, pero Pedro Sánchez, en solemne decisión, ha decidido que se carga la Navidad, las fiestas cristianas más familiares de todas, en la que suelen reunirse, a veces la única vez en todo el año.

A saber: no se podrán reunir más de seis personas y habrá toque de queda de 1 a 6. Lo primero mucho más grave que lo segundo, dado que en la reuniones familiares se reúnen hasta tres generaciones.

La medida también posee su apartado cristófobo -como casi todas las del coronavirus- porque las misa del gallo comienza a las 12,00.

Y también los viajes, dado que el Gobierno propone la prohibición de viajar entre comunidades… que es lo que hace todo el mundo en Navidad.

No es la primera vez: durante el arresto domiciliario de primavera, Sánchez ya se cargó la Semana Santa, con interrupciones forzadas en la celebración de la Eucaristía, como las perpetradas en la Catedral de Granada o en distintas iglesias de Madrid -aunque en este caso la responsabilidad era del alcalde, Martínez-Almeida-. El Gobierno reventó el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección, es decir, la fiesta cristiana más importante de todas, mucho más que la Navidad.

Pero lo hace por nuestra salud y nuestra seguridad.