La noticia llegaba a España en la madrugada de este lunes 4 de mayo. El protagonista era el todopoderoso y peligroso Diosdado Cabello, el matón del régimen bolivariano de Nicolás Maduro, ahora secundado por otro de sus mejores liquidadores (una especie de Tándem Monedero-Iglesias), el titular de Interior, Néstor Luis Reverol. Ojo al dato: ocho muertos y dos detenidos en un intento de, atención, “invasión marítima” de Venezuela, procedente de Colombia y con el apoyo norteamericano.

Hombre la verdad es que, para una invasión marítima, diez fascio-terroristas, o incluso muchos más que se supone no han sido detenidos, no parecen muchos ni extraordinariamente temibles.

El podemita Jaume Asens pide una legislación contra los bulos, o sea, pide el establecimiento de la censura

Más creíble resulta la denuncia de la oposición que habla de ejecuciones extrajudiciales de militares no afectos a los comunistas bolivarianos hoy en el poder.

Mientras en España, el Gobierno Sánchez no mueve un dedo contra la tiranía venezolana porque tiene a los bolivarianos de Podemos en su gabinete y porque el propio presidente Sánchez evoluciona hacia el neocomunismo. Como ya hemos dicho, Pedro Sánchez se ha convertido en la cara del Gobierno, Pablo Iglesias en el cerebro del mismo. Lo que es tanto como decir que España avanza hacia el bolivarianismo venezolano, aprovechando la tragedia del coronavirus.

El Bolivarianismo no es más que neo-comunismo. Es decir una marxismo (leninismo 3.0, lo denominó Felipe González) que trata de conseguir el poder absoluto, no por la revuelta social (el neocomunista como Pablo Iglesias vive como un burgués y no está dispuesto a arriesgar su vida), sino por la conquista muy democrática del poder y por la eliminación, desde el poder de toda crítica hacia los bolivarianos, o sea, a los podemitas.

La próxima será cerrar las iglesias porque expanden “delitos de odio”

Y Pedro Sánchez ha admitido y promocionado esa podemización de España. Hay que eliminar la discrepancia al poder desde el poder, democráticamente. Al comunista clásico le importaban un comino la justicia y la legalidad. Por contra, para el neocomunista, la legalidad es sagrada, la justicia no. Y desde la legalidad, es decir, desde el poder, se impone la injusticia.

Para ser más concreto: el miedo a la muerte provocado por el coronavirus en España supone un momento ideal para alcanzar este totalitarismo bolivariano.

Recientemente, una periodista venezolana, de viaje por España, lo explicaba así: ustedes los españoles no conciben que puedan acabar como Venezuela. Nosotros también creíamos que no podíamos acabar como Cuba… y así es como hemos terminado.

Volvamos a España: Jaume Asens, el podemita catalán, se ha alineado con el ministro del Interior, Fernando Grande- Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, para imponer la censura.

Gracias al coronavirus, el Gobierno socio-podemita está logrando una España domesticada, carne de tiranía

Las palabras de Asens resultan inequívocas: no existe una norma específica contra los bulos y eso es lo que él pretende. Él mismo reconoce que utilizan las normas actuales contra la injuria y la calumnia (no dice derecho al honor porque este concepto les gusta poquito). Miente porque lo que más utilizan son los delitos de odio regulados por Zapatero. Y ojo, el objetivo final del oído comunista siempre es Cristo, que es el gozne de la libertad, así que la próxima será cerrar las iglesias porque expanden “delitos de odio”. Ya han empezando con el confinamiento… y con la vergonzosa dejación de la jerarquía eclesiástica española.

Pero no les basta: ahora, con esa excusa de los bulos, el Gobierno pretende terminar con la libertad e prensa y, ojo, con la libertad de expresión a través de la censura de las redes sociales, refugio último de la libertad de expresión en la sociedad de Internet.

El comunismo no es más que una mentira, Como buen hipócrita, Asens asegura que esa pretendida normativa contra el bulo no busca otra cosa que proteger la libertad de expresión de las mentiras por que “no existe el derecho a mentir” aunque sí a opinar lo que le de la gana.

La mentira resulta obvia: basta con decir que cualquier opinión que no me guste se apoya en datos falsos o que, sencillamente, falta a la verdad.     

Sí, el Gobierno podemita pretende imponer la censura e imponer un régimen bolivariano, el suyo. Y Sánchez les deja hacer, porque el presidente del Gobierno considera que así mantiene y detenta su poder un día más. Y créanme, eso es lo único que le importa.

Sánchez se hace bolivariano: España empieza a parecerse a Venezuela. Sí, no se extrañen: gracias al coronavirus, el Gobierno socio-podemita está logrando una España domesticada, carne de tiranía.

También los venezolanos creían que…