La entidad cántabra presidida por Ana Botín ha presentado hoy sus datos económicos cerrados, a final del primer semestre. Pido disculpas anticipadas, pero antes de ir a comentar lo que han dado de sí estos seis meses para la entidad, he de continuar denunciando los nuevos y lamentables episodios que se van produciendo a propósito de la expropiación del Banco Popular. Esta vez, a propósito de la demostración de coacción que continúan ejerciendo las autoridades económicas encabezadas por la señora Elke König y secundadas por la CNMV, que continúan tratando de silenciar la ignominia, bien sea rechazando el 88% de los recursos presentados a sus resoluciones, ejerciendo presiones sobre la prensa para silenciar el caso o tratando de hacer pinza con la CNMV para “empapelar” a Ángel Ron como único culpable de la situación del Popular.

Una vez cumplida mi ración de derecho al pataleo, vamos a la pura situación económica del banco que, la verdad, no está para tirar cohetes, como ya reconoció recientemente su presidenta en unas declaraciones en las que calificaba de sobrevaloración las previsiones de las sinergias esperadas por la integración del Popular. Y es que el beneficio atribuido al grupo del primer semestre ha sido de 3.752 millones de euros (M€) tan solo un 3,8% más que en junio de 2017.

​Perderíamos así el único banco sistémico de alcance global

Nos vamos a tener que acostumbrar a que el margen de intereses se va a ir reduciendo de forma continuada, no ser que los tipos de interés den un preocupante salto al alza, en este semestre los del Santander se dejaron 77M€, un 0,5% respecto a 2017, con las comisiones registrando un crecimiento del 2,2% y luces y sombras en otros ingresos financieros, el margen bruto solo ha podido alcanzar los 24.162M€ que en términos porcentuales es un crecimiento de 0,3.

Los costes de explotación han crecido un 2,6%, producto principalmente de las reestructuraciones como consecuencia de la integración del Popular, que como ya reconoció la entidad, tendría que provisionar unos 300M€ hasta 2019 para asumir los costes de integración, y lo han hecho ya en este ejercicio, por lo que dejan un margen neto de 12.680M€, 207M€ menor que el del periodo anterior.

¿Los resultados? No para tirar cohetes. El margen de intereses sigue estancado

Con un ratio de morosidad del 3,92% histórico gracias a la reducción en 14.060M€ de los riesgos morosos y dudosos, las dotaciones han dado un tremendo respiro a la cuenta de resultados que se había complicado a la altura del margen neto.

Por áreas geográficas, el beneficio atribuido obtenido ha sido bastante desalentador ya que los resultados en términos porcentuales en comparación con el mismo periodo de 2017 han sido los siguientes. Europa continental -3%, Reino Unido -16%, Latinoamérica +6%, Brasil +6,4%, EEUU +37,5% y España 19,9%.

Los ratios de solvencia, después de la ampliación realizada el ejercicio anterior para asumir la ‘compra’ del Popular, en el caso de CET1 ‘fully loaded’ ha pasado del 9,58 al 10,80, CET1 phase-in se ha mantenido 10,98.

A la hora escribir este artículo, 12 del mediodía de hoy, el título del Santander, después de un rebote al alza, ha vuelto a la cotización de ayer, creo que como yo los inversores han leído en profundidad los números presentados y ha llegado a la misma conclusión, que las cuentas son las que son y los comentarios de las compañías con los excluidos, a tipos constantes y demás no son más que adornos a las cifras reales que son las que son.

La injusta alianza JUR-CNMV contra el Popular

Por último, comentar como el banco se está preparando, al igual que otras entidades, para limpiar sus balances de activos del ladrillo ‘toxico’ y de paso, dar un poco de alegría a las cuentas de resultados, así en estos días el SANTANDER ha vendido al fondo Blackstone el 51% de su stock en estos activos por 5.100M€.

Vamos con lo más llamativo: Ana Botín se ha entendido bien con Pedro Sánchez en el asunto Banco popular, tras su reciente entrevista, pero parece que la insistencia del  Gobierno socialista en un nuevo impuesto para la banca no ha sentado bien en Can Boadilla. El CEO, José Antonio Álvarez, suelta la bomba: si ponen ustedes un impuesto estamos compitiendo con una mano atada a la espalda, con otros bancos multinacionales. Por tanto, si se promulga el impuesto socialista contra la banca, “tendremos que repensar nuestra estructura legal”.

La amenaza podría interpretarse o como una deslocalización de la sede central, que el que evita el pago del impuesto de sucesiones, pero, ojo, eso es lo más grave: perderíamos el efecto sede del único banco sistémico global. Nada menos.

En cualquier caso, Álvarez ha lanzado un órdago a un Gobierno en minoría y pendiente de un hilo. Sospecho que en Moncloa no ha hecho mucha gracia.