La presidenta del Santander, Ana Botín, entidad a la que le regalaron el Banco Popular por un euro, en las primeras horas de un 7 de junio de 2017, ha declarado ante el magistrado José Luis Calama, de la Audiencia Nacional, que lleva el caso Popular. Entre las grandes declaraciones, y tras la de Luis de Guindos, ya sólo queda la de Rodrigo Echenique, el directivo más importante del Santander y que presidió el Popular tras su intervención por la JUR, del Banco Central Europeo (BCE), un 7 de junio de 2017.

Ana Botín ha desinflado la premisa principal de la acusación: que el Popular tenía razones para ser intervenido. Vamos, que iba mal. Ana Botín ha asegurado que no tenía déficit de provisiones y cumplía todos los requisitos regulatorios.

Con ello, además, ponía en solfa las declaraciones de Luis de Guindos una semana atrás, porque el vicepresidente del BCE aseguró que en el Santander le habían dicho que el patrimonio neto del Popular era negativo, poco antes de la intervención.

Por último, por lo que se refiere a la única razón por la que hay que intervenir o liquidar un banco -que no funciona- Botín aseguró que no otorgó ninguna importancia a la ‘re-expresión’ de cuentas decidida por Emilio Saracho, sucesor de Ángel Ron y último presidente del Popular. Con ello condenaba a Saracho, por cuanto la sospecha de muchos, y por las preguntas que le formuló, también del juez, todo indica que Saracho vino al Popular, no para reflotarlo (no tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco) sino para venderlo. Por eso, las sospechas de que él mismo depreció el producto con filtraciones a la prensa (algo sobre lo que insiste mucho el magistrado Calama) y que fuera él quien negociara la venta del Popular con el Santander, donde trabajó antes de marcharse a JP Morgan.

Niega Botín que recibiera presiones del Gobierno para comprar el Popular. Por supuesto: a nadie se le presiona para que acepte un chollo

Desde luego, a quien quería vender Saracho el Popular era al Santander.

Dice Botín que apenas ha visto un par de veces a Ángel Ron y que no recuerda haberle hecho ninguna oferta por el Popular.

De nuevo la mala memoria. Como adelantara Hispanidad y confirmara S&P, Ana Botín le ofreció a Ángel Ron entre 4.000 y 7.000 millones de euros, aunque le advirtió, con encomiable sinceridad, que luego tendría que hacer una ampliación de capital de 10.000 millones. Ron le respondió que la conversación acababa ahí por dos razones obvias:

1.El abanico entre 4.000 y 7.000 no es un abanico, es una brecha oceánica.

2.Lo lógico no es comprar para ampliar sino ampliar para comprar.

Lo que no sabía Ron, ni tampoco Botín, a esas alturas, era que el BCE le iba a entregar el Popular al Santander por un euro. Es más, al final, el Santander no pagó un euro por el Popular sino que, además, le regalaron 2.000 millones de euros, porque si los accionistas perdieron su capital, al Santander le perdonaron los 2.000 millones de euros de los bonistas. 

Por cierto, para evitar dudas sobre el hecho, el directivo del Santander que, en nombre de Ana Botín, llevó la negociación técnica con el Popular fue José Luis de Mora, hombre discreto pero que goza -sigue gozando- de toda la confianza de la presidenta.

Pero, con mucho corro, que dicen en el norte, lo más reseñable de la declaración de Ana Botín acerca del día “D” estaba por llegar. A preguntas de un letrado, Botín confiesa que cuando el 3 de junio, cuatro días antes de la adjudicación, le invitaron a participar en la resolución (o sea, a quedarse con el Popular), reparen en esto, no recuerda quién la invitó. La presidenta del Santander no miente… pero en ocasiones sufre una cierta amnesia. A lo mejor sí lo saben en el BBVA, porque a éste, que también había pujado por el Popular meses atrás, la JUR le dijo que se retirara de la puja. El Popular era para el Santander. Más que nada porque no hubo puja, sino entrega.

Y así, nos quedamos sin saber quién es la “X” del caso Popular (no, no fue Felipe González).

Emilio Saracho llegó a la Presidencia y encargó la Operación Noya (vender el Popular) a Uría y Menéndez, el bufete del Santander. Y luego introdujo a JP Morgan, su banco, en la ecuación

Las declaraciones de Botín no tienen desperdicio. Porque claro, si Botín abandonó todo interés para hacerse con el Banco Popular -las uvas estaban verdes- por qué ya estaba negociando con el fondo Blackstone la compra de los activos inmobiliarios. Y por qué, ojo al dato, el bufete Uría Menéndez, donde trabaja un hijo de Rodrigo Echenique y la esposa de su hermano Javier Botín, llevaba a cabo, por encargo de Emilio Saracho, desde el 17 de febrero (Saracho fue nombrado presidente el día 20) el llamado Proyecto Noya, que no era otra cosa que la compra del Popular.

Y por qué, el 27 de abril, cuando oficialmente Ana Botín había perdido todo interés por el Popu, Uría y Menéndez amplía la Operación Noya hasta JP Morgan… banco del que Saracho era vicepresidente hasta su llegada al Popular.

Al tiempo, el Banco de España y el propio Banco Central Europeo concedían, apenas 48 hora antes de la intervención, liquidez por 9.500 millones de euros, nada menos, al Banco Popular. Recuerden que fue intervenido por falta de liquidez, lo que tiene su enjundia.

Para entendernos, sobre la intervención del Popular, realizada en pocas horas, apartado el BBVA, por la fuerza, de cualquier tentación de entrar en ella y otorgado al Santander por un euro… el Banco de España no sabía nada, la CNMV no sabía nada, Luis de Guindos se enteró esa noche, Ana Botín no sabía nada, el miembro de la JUR (sí, de la JUR de Elke König), Antonio Carrascosa, amigo personal de Guindos con el que compartió despacho en PwC, luego presidente del FROB, no sabía nada… Entre todas la mataron y ella sola se murió. Lo malo es que nadie sabe por qué murió. Botín podría haber dado una pista crucial para conocer la “X” del caso Popular… pero anda fatal de memoria.

En cualquier caso, niega Botín que recibiera órdenes del Gobierno para comprar el Popular. Por supuesto: a nadie se le presiona para que acepte un chollo.

Aunque recuerden la frase favorita de Ana Botín: las operaciones hay que verlas “por el neto”. Es decir, al final.

Eso sí, la presidenta del Santander ha defendido la solvencia del Popular. Y le hubiera resultado muy cómodo negarla

A propósito, ¿debemos creer a la presidenta del Santander cuando asegura que no quiere absorber a nadie, ni tan siquiera al otro gran banco español, al BBVA?

Pero una cosa sí sabemos: la intervención del Santander fue una merienda de negros con la que el BCE, fuera o no el iniciador de la conspiración, pretendía imponer en Europa el modelo de liquidación de bancos sin coste para el contribuyente, tras la crisis bancaria de 2008. Pero hombre, podían haberse ejercitado con un banco malo, por ejemplo italiano, no con un banco bueno, en este caso español. Por aquello de la justicia.

Y por cierto, ¿qué hacía Jaime Pérez Renovales, secretario del Consejo del Santander, la mañana del jueves? Porque Botín no comparecía en condición de acusada sino de testigo, y los testigos acuden sin abogado.

Sí, es Renovales el mismo que suena para sustituir al quemado jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín.

Y seguimos sin saber quién dio la orden de intervención, la “X” del caso Banco Popular.