La verdad es que con solo contemplar quiénes solicitan la legalización del cannabis uno ya sabe qué partido tomar, donde están los suyos.

Podemos ha iniciado una profundísima reflexión en el Congreso de los Diputados para legalizar la marihuana, el cannabis. Por el momento, califican el propósito con el rimbombante título de “hacia una regulación integral del cannabis”. Ya saben, regulación es igual a legalización y legalización es igual a promoción, especialmente entre los mentalmente débiles.  

Podemos, que tardará en convencer al PSOE de la legalización del cannabis, por lo menos cinco minutos. Sigue los pasos del inefable primer ministro canadiense, Justin Trudeau, uno de los grandes majaderos de la actual esfera internacional. Y el proyecto Podemos probablemente se realice, dado que Trudeau, naturalmente, es el ídolo de Pedro Sánchez. No lo duden, España camina hacia la legalización, es decir, promoción, de los alucinógenos.

La humanidad actual se divide entre quienes consideran que el ser racional no necesita alucinógenos y los que huyen de la realidad

A fin de cuentas, el debate es sencillo. La humanidad actual se divide entre quienes consideran que el ser racional no necesita alucinógenos y los que huyen de la realidad a través de cualquier psicotrópico. Es lo que tradicionalmente hemos conocido como alienación o simple demencia, una huida de la realidad y, con ella, de la responsabilidad –y de la alegría– que proporciona vivir en la  realidad y en la verdad.

A estos, a los del porrete, se les percibe un cierto componente suicida, muy propio de una humanidad, la actual, privada de sentido trascendente y dispuesta a dilapidar su vida y su libertad en pro de la comodidad: la comodidad de que otro decida por ti.