SM Felipe VI ha estado desaparecido durante el coronavirus, más bien secuestrado por el Gobierno, y ahora muchos españoles, de todas las tendencias, se preguntan para qué sirve la Monarquía.

El propio Rey se está labrando su ruina: cometió el error de pedir permiso a Moncloa para aparecer en IFEMA, hospital de campaña creado por militares, con vestidura castrense y en Moncloa se le dijo que no, que debería ir de civil. Y así fue con un traje gris de circunstancias. Su padre, SM Juan Carlos I, no hubiera pedido permiso y se hubiera presentado de uniforme.

Sánchez obligará al Rey a vender “unidad” en el acto -no funeral- en memoria de los caídos por el Covid-19. Unidad bajo el mando de Sánchez, naturalmente

Encima, a partir de ahora, Sánchez va a utilizar al Rey de pararrayos. Por ejemplo, en el gran funeral -no, eso no, que es concepto cristiano- en el gran acto en memoria de los fallecidos por el Covid-19. No lo duden ahí el jefe del Estado pronunciará un discurso para revalidar todas las tesis del Gobierno Sánchez, hablará de unidad y de los muertos -en buena parte provocados por la incompetencia del Gobierno Sánchez- que serán nuestra referencia y nuestra guía.

Y no lo duden, el Rey cantará, como Pedro Sánchez le ha enseñado, las loas al pueblo español, en el éxtasis de adulación demagógica que ha servido para resistir a la pandemia. También hablará de la necesaria unidad de todos los españoles para la reconstrucción. O sea, de la docilidad borreguil de todos y todas que prolongará y aumentará el poder de Pedro Sánchez.

Podemos defiende que, echando al Rey, los nacionalistas catalanes y vascos se sentirán satisfechos y se salvará la unidad del Estado

Muy probablemente el discurso regio, al menos sus ideas motrices, lo habrá escrito Iván Redondo.

Es decir, una utilización de los difuntos maltratados y una utilización del jefe del Estado en beneficio del Gobierno.

Porque a pesar de ser un monarca que no se moja ni en la ducha, empeñado en no hacer nada para que nada haya que reprochare, que ha colaborado -¡vergüenza!-  en la deshonra de su padre, con la que, precisamente, es constantemente amenazado por el Gobierno frentepopulista de Sánchez e Iglesias, Felipe VI no sabe que aún le temen. Cuando aquel 3 de octubre realizó su único discurso con contenido, tras el estallido secesionista catalán, el guerracivilismo podemita dio un paso atrás. Pero ya no volvió a repetirlo.

Ahora, con el coronavirus, el Rey podía haber estrenado a la princesa Leonor, podía haber viajado a provincias, a centros de reparto de alimentos… no lo hizo.

El coronavirus ha resultado la oportunidad perdida del Rey. Ahora, muchos españoles se preguntan para qué sirve la monarquía

Calló durante la formación del Gobierno guerracivilista (Operación Borrell) y ha callado ahora con el coronavirus En breve, le harán callar.

Para entendernos: el nuevo objetivo de Pablo Iglesias radica en convencer a Pedro Sánchez de que se convierta en el presidente de la III República. Mientras, mantiene a Felipe VI en situación de desaparecido, secuestrado… y utilizado. Un rey sin iniciativa que ha aceptado y colaborado en ese descrédito de su padre y que se ha labrado la enemiga hasta de sus próximos.

Podemos defiende que, echando al Rey, los nacionalistas catalanes y vascos se sentirán satisfechos y se salvará la unidad del Estado. Es mentira por supuesto, dado que en la propia lógica del independentismo figura el axioma de que no hay límites. Ni tan siquiera los conocen los propios protagonistas. Es un camino sin meta y sin retorno.

En definitiva, el coronavirus ha sido la oportunidad perdida del Rey Felipe VI. Ahora, muchos españoles -atención, españoles monárquicos- se preguntan para qué sirve la monarquía.